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24 - El quinto elefante - Terry Pratchett - tet...doc
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07.09.2019
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Vimes pudo ver como la piel de las manos del enano se ponía blanca al intentar apartarlas de la piedra.

Pero es una copia. Juraría que destruyó la auténtica, así que sabe que es una copia, ¿no? ¡Sólo un pedazo de yeso, probablemente aún húmedo en el centro! Vimes intentó pensar. La Torta original estaba en la Cueva, ¿verdad? ¿Lo estaba? Si no, ¿dónde estaba? Los hombres lobo creían tener una copia, y eso lo había tenido claro desde el principio. Intentó pensar a través de las brumas de la fatiga.

Se había medio preguntado, una vez, si la Torta original no sería la del Museo de Pan Enano. Eso sería una forma de tenerla segura. Nadie intentaría robar algo que todo el mundo sabía que era una copia. Todo el asunto era el Quinto Elefante, nada era lo que parecía, todo era niebla.

¿Cuál era la auténtica?

—¿Quién dio la orden, Dee? —preguntó el Rey.

—¡Yo no! ¡Dije que habían de tomar todos los pasos necesarios para mantener el secreto!

—¿A quién le dijiste eso?

—¡Os puedo dar nombres!

—Más tarde lo harás. Lo prometo, muchacho —dijo el Rey—. ¿Y los hombres lobo?

—¡La Baronesa lo sugirió! ¡Es verdad!

—Uberwald para los hombres lobo. Ah, sí… «la felicidad por medio de la fuerza». Espero que te prometieran todo tipo de cosas. Puedes sacar las manos de la Torta. No quiero angustiarte más. ¿Pero por qué? Mis predecesores hablaron tan bien de ti, era un enano poderoso y con influencia… y entonces permites que te conviertan en una zarpa de los hombres lobo. ¿Por qué?

—¿Por qué habrían de salir impunes de todo eso? —estalló Dee, con su voz rasgada por la tensión.

El Rey miró a Vimes.

—Oh, supongo que los hombres lobo se arrepentirán de… —empezó.

—¡No ellos! ¡Los… de Ankh-Morpork! ¡Llevando maquillaje y vestidos y… y cosas abominables! —Dee señaló a Cheery—. ¡Ha’ak! ¡Como podéis ni siquiera mirar eso! ¡Permitisteis que ella —y Vimes no había oído nunca una palabra tan llena de veneno—… que ella presumiera, aquí! ¡Y ocurre en todos sitios porque la gente no ha sido firme, no ha obedecido, ha dejado abandonadas las viejas costumbres! En todas partes hay informes. Corroen todo lo típicamente enano con sus… sus ropas suaves y su pintura y sus comportamientos brutales. ¿Cómo podéis ser Rey y permitirlo? ¡Lo hacen en todos sitios y vos no hacéis nada! ¿Por qué deberían permitírselo? —Ahora Dee ya sollozaba—. ¡Yo no puedo!

Vimes vio que Cheery, para su sorpresa, parpadeaba como consecuencia de las lágrimas.

—Ya veo —dijo el Rey—. Bueno, supongo que eso es una explicación —les hizo un gesto a los guardias—. Llevaos… la. Algunas cosas han de esperar un día o dos.

Cheery saludó repentinamente.

—¿Permiso para ir con ella, sire?

—¿Por qué, joven… joven enana?

—Creo que le gustaría tener alguien con quién hablar, sire. Yo sí que querría.

—¿De verdad? Veo que tu comandante no tiene ninguna objeción. Vete, entonces.

El Rey se recostó en la silla cuando los guardias se hubieron ido con su prisionera y la nueva consejera de la prisionera.

—¿Y bien, Vuestra Excelencia?

—¿Esta es la Torta auténtica?

—¿No estáis seguro?

—¡Dee lo estaba!

—Dee… se encuentra en un complicado estado mental —el Rey miró al cielo—. Creo que os voy a decir esto, Vuestra Excelencia, porque no quiero que os paséis el resto de vuestra vida haciéndoos estúpidas preguntas. Sí, es la auténtica Torta.

—¿Pero cómo… ?

—¡Esperad! Como también lo era, sí, la que fue desmenuzada en el suelo de la Cueva por Dee en su… locura —continuó el Rey—. Como también lo eran… veamos… las cinco anteriores. ¿Aún intacta por el tiempo después de quince centenares de años? ¡Qué románticos somos los enanos! Incluso el mejor pan enano se desmorona después de unos cuantos siglos.

—¿Copias? —preguntó Vimes—. ¿Todas eran copias?

De repente el Rey tenía en la mano su hacha de minero otra vez.

—Esta, milord, es el hacha de mi familia. Nos pertenece desde hace casi novecientos años, ¿sabéis? Por supuesto, a veces necesitó una hoja nueva. Y a veces requirió una nueva empuñadura, nuevos dibujos en el metal labrado, un poco de remozo en la ornamentación… ¿pero no es el hacha-de-novecientos-años de mi familia? Y dado que ha cambiado suavemente a lo largo del tiempo, aún es un hacha bastante buena, ¿sabéis? Bastante buena. Me diréis que es también una copia? —se volvió a sentar.

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