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24 - El quinto elefante - Terry Pratchett - tet...doc
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07.09.2019
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Vimes sonrió interiormente. Recordaba el dicho de su niñez: demasiado pobre para pintar, pero demasiado orgulloso para encalar…

—Una decisión difícil, ¿verdad? —dijo—. Te diré qué, puedes venir en nuestro carruaje pero te daremos un asiento duro y seremos condescendientes contigo de tanto en tanto, ¿qué te parece?

—Me temo que os estáis mofando de mi, Sir Samuel. Mmm-mmm.

—No, pero yo puedo ser de ayuda. Y ahora, si me perdonas, tengo que acercarme al Yard para encargarme de unas cosillas de último minuto…

Un cuarto de hora después Vimes entró en el despacho del Yard. El Sargento Fuertenelbrazo levantó la vista, saludó, y se agachó para esquivar la naranja que le habían lanzado a la cabeza.

—¿Señor? —dijo, desconcertado.

—Sólo hacía una prueba, Fuertenelbrazo.

—¿Y la he pasado, señor?

—Oh, sí. Guarda la naranja. Está llena de vitaminas.

—Mi madre siempre me decía que estas cosas te podían matar, señor.

Zanahoria estaba esperando pacientemente en el despacho de Vimes. Vimes sacudió la cabeza. Conocía donde se había de pisar en el pasillo y sabía que no hacía ni un ruido, y nunca había pillado a Zanahoria leyendo sus papeles, ni siquiera del revés. Sólo por una vez le gustaría pillarle con algo. Si ese hombre fuera algo más recto, le podrías usar como tablón.

Zanahoria se levantó y saludó:

—Sí, sí, no tenemos mucho tiempo para eso ahora —dijo Vimes, sentándose detrás de su mesa—. ¿Algo nuevo esta noche?

—Un asesinato sin atribuir, señor. Un comerciante llamado Wallace Sonky. Se le encontró en una de sus propias tinas con la garganta cortada. Ningún sello del Gremio o nota o nada. Lo consideramos sospechoso.

—Sí, creo que eso suena bastante sospechoso —dijo Vimes—. A no ser que tenga antecedentes de que se afeitaba sin ningún cuidado. ¿Qué contenía la tina?

—Ehh, goma, señor.

—¿La goma viene en tinas? ¿No debería de rebotar fuera?

—No, señor. Había líquido en la tina señor. Hace… cosas de goma.

—Espera, recuerdo verlo una vez… ¿No hacen las cosas metiéndolas en la goma? ¿Haces, como se dice, la forma que quieres y la metes para tener guantes, botas… ese tipo de cosas?

—Ehh, ese, ehh, tipo de cosas, señor.

Algo de las inquietas maneras de Zanahoria le llegó a Vimes. Y en el pequeño archivo del fondo de su cerebro al final se agitó una tarjeta.

—Sonky, Sonky… Zanahoria, no estamos hablando del Sonky de «un paquete de Sonkies», ¿verdad?

Ahora Zanahoria estaba de un rojo subido debido a la vergüenza.

—¡Sí, señor!

—Dioses, ¿qué hacía metido en la tina?

—Lo han lanzado dentro, señor. Por lo que parece.

—¡Pero es prácticamente un héroe nacional!

—¿Señor?

—Capitán, la escasez de viviendas en Ankh-Morpork sería mucho peor si no fuera por el viejo Sonky y sus preservativos de un-centavo-el-paquete. ¿Quién querría eliminarlo?

—La gente tiene Puntos de Vista, señor —dijo Zanahoria fríamente.

Sí, como tú, ¿verdad?, pensó Vimes. Los enanos no aprueban estas cosas.

—Bueno, haz que algunos hombres lo investiguen. ¿Algo más?

—Un Carretero agredió al Guardia Swires la pasada noche por poner el cepo a su carro.

—¿Agredió?

—Intentó pisarlo, señor.

Vimes tuvo una visión mental del Guardia Swires, un gnomo de quince centímetros de alto, pero de dos kilómetros de largo en agresividad contenida.

—¿Cómo está?

—Bueno, el hombre todavía puede hablar, pero tardará un poco antes de poder volver a subirse a un carro. Aparte de eso, el resto ha sido corriente y moliente.

—¿Nada más sobre el robo de la Torta?

—Nada, en realidad. Muchas acusaciones en la comunidad enana, pero nadie sabe realmente nada. Como siempre dice, señor, probablemente sabremos más cuando empeore.

—¿Ningún comentario en las calles?

—Sí, señor. Es «Alto», señor. El Sargento Colón lo ha pintado en el extremo de Broadway Bajo. Los carreteros son ahora mucho más cuidadosos. Por supuesto, alguien tiene que limpiar con una pala el estiércol cada hora o así.

—Todo este asunto del tráfico no nos hace muy populares, capitán.

—No, señor. Pero de todos modos no somos populares. Y al menos está trayendo dinero al tesoro de la ciudad. Eh… hay otra cosa, señor.

—¿Sí?

—¿Ha visto a la Sargento Angua, señor?

—¿Yo? No. Esperaba que estuviera aquí —entonces Vimes se dio cuenta de la nota de preocupación en la voz de Zanahoria—. ¿Algo va mal?

—No se presentó a trabajar anoche. No era luna llena, así que es un poco… extraño. Nobby dijo que estaba bastante preocupada por algo cuando trabajaban juntos el otro día.

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