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24 - El quinto elefante - Terry Pratchett - tet...doc
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07.09.2019
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Vimes se rindió y le explicó lo poco que sabía.

—¿Alguien los ha matado?

—Posiblemente.

—¿La misma gente que nos preparó una emboscada en ese barranco?

—No lo creo.

—Esto no se está convirtiendo precisamente en unas vacaciones, Sam.

—Es el no poder hacer nada lo que me pone enfermo —dijo Vimes—. En Ankh-Morpork… bueno, tendría pistas, contactos, algún tipo de mapa. Todo el mundo de aquí está, bueno, escondiendo algo, o eso creo. El nuevo rey cree que soy un idiota, los hombres lobo como si fuera algo que ha traído el gato. ¡La única persona que ha sido cortés a medias ha sido una vampiresa!

—El gato, no —dijo Sybil.

—¿Qué? —preguntó Vimes, confundido.

—Los hombres lobo odian los gatos —dijo Sybil—. Eso lo recuerdo claramente. No son gente amante de los gatos.

—Ja. No. Son amantes de los perros. Tampoco les gustan las palabras tipo baño o veterinario. Creo que si le lanzaras un palo al Barón, saltaría de la silla para cogerlo…

—Creo que tendría que comentarle lo de las alfombras —dijo Sybil, mientras la carroza traqueteaba al doblar un esquina.

—¿Qué? ¿No le han enseñado los imprescindibles hábitos higiénicos?

—Me refería a las alfombras de la embajada. ¿Recuerdas que he dicho que iba a tomar las medidas para ponerlas? Bueno, las medidas no están bien en el primer piso…

—No quiero sonar impaciente, cariño, pero ¿es este un momento para hablar de alfombras?

—¿Sam?

—¿Sí, cariño?

—Deja de pensar como un marido y empieza a escuchar como un… un policía, por favor.

Vimes entró en la embajada y convocó a Detritus y a Cheery.

—Vosotros dos vais a venir al baile con nosotros —dijo—. Será algo elegante. ¿Tienes algo que llevar que no sea tu uniforme, sargento?

—No, señor.

—Bueno, pues ve a ver a Igor. Es una persona buena con las agujas donde las haya. ¿Y tú, Cheery?

—Yo, eh, yo tengo un vestido —dijo Cheery, bajando la vista tímidamente.

—¿De verdad?

—Sí, señor.

—Oh. Bueno. Muy bien. Además os voy a añadir al personal de la embajada. Cheery, tú eres… la Agregada Militar.

—Oh —dijo Detritus, decepcionado.

—Y, Detritus, tú eres el Agregado Cultural.

El troll se alegró considerablemente.

—¡Usted no arrepentirse, señor!

—Estoy seguro de que no —dijo Vimes—. Ahora quiero que vengas conmigo.

—¿Por un asunto cultural, señor?

—En sentido amplio. Quizás.

Vimes subió las escaleras con el troll y Sybil hasta el despacho, donde se plantó ante una pared.

—¿Esta? —preguntó.

—Sí —dijo su esposa—. Es difícil darse cuenta si no mides las habitaciones, pero esta pared es bastante gruesa…

Vimes tocó con las manos toda la pared, buscando algo que hiciera «click».

Luego dio un paso atrás.

—Pásame tu ballesta, sargento.

—Aquí tenerla, señor.

Vimes se tambaleó bajo su peso, pero consiguió apuntarla contra la pared.

—¿Esto es inteligente, Sam? —preguntó Sybil.

Vimes retrocedió para apuntar, y un tablero del suelo se hundió bajo sus talones. Un panel de la pared se corrió suavemente.

—Usted haberla asustado, señor —dijo Detritus con lealtad.

Vimes le devolvió con cuidado la ballesta y trató de aparentar como si hubiera querido que las cosas sucedieran de esta forma.

Se había esperado un pasadizo secreto. Pero esto era sólo un pequeño taller. Había jarras en las estanterías, con etiquetas «Nuevo Estrato de Sebo, Área 21», «Grasa de Primera Calidad, el Gran Agujero». Había terrones de roca desmenuzada, con claros carteles adjuntos que decían cosas como «Nivel 3º, Pasadizo 9º, Mina del Doble Pico».

Había un conjunto de cajones. Uno de ellos estaba lleno de maquillaje, incluyendo una selección de bigotes.

Sin decir nada, Vimes abrió otro con un montón de anotadores. En las primeras páginas había dibujado a lápiz un mapa de la ciudad de Joder, con líneas que lo cruzaban.

—Por todos los dioses, mirad esto —resolló, dándole unos golpecitos—. Mapas. Gráficos. Hay páginas sobre los análisis de los depósitos de grasa. Eh, aquí dice: «Los nuevos estratos, aunque inicialmente prometedores, parecen tener altos niveles de PQC y probablemente se acabarán pronto». Y aquí dice: «Sin duda el plan es un golpe de Estado de los hombres lobo durante el caos creado por la pérdida de la Torta… K. Informa que muchos de los hombres lobo más jóvenes siguen ahora a W., que ha cambiado la naturaleza del juego…». Esto… esto es espionaje. ¡Me preguntaba cómo Vetinari parecía saber tanto!

—¿Creías que la información le llegaba en un sueño, cariño?

—Pero hay muchos detalles aquí… apuntes sobre la gente, muchos números sobre la producción de las minas enanas, rumores políticos… ¡No sabía que hiciéramos esta clase de cosas!

—Tú utilizas espías continuamente, cariño —dijo Sybil.

—¡Yo no!

—Bueno, ¿y que pasa con Viejo Apestoso Ron y Ni En Broma José y Colmante Michael?

—¡Eso no es espiar, eso no es espiar! Eso es sólo «recibir información». ¡No podríamos hacer nuestro trabajo si no supiéramos lo que pasa en las calles!

—Bueno, a lo mejor Havelock sólo piensa en… unas calles más grandes, cariño.

—Hay más de esta mierda. Mira. Planos, más trozos de minerales… ¿Qué demonios es esto?

Era oblongo, y aproximadamente del tamaño de un paquete de cigarrillos. Había un disco redondo de cristal redondo en una cara y un par de palancas a un lado.

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