
- •Vueltas de los pantalones. Él también espera hacerse rico cuando me muera, y supongo que está contando los
- •Vida o muerte para ellos, pues todos están endeudados. El testamento que tengo ante mí va a hacerlos ricos y
- •Vas directamente al grano, ¿eh?
- •Incredulidad y rompió a llorar.
- •Impuestos sobre la herencia serían brutales.
- •Intrascendentes preguntas acerca del estado de ánimo de la familia.
- •Insatisfactoria que era su respuesta—. Troy firmó un testamento poco antes de arrojarse al vacío y me ordenó
- •Intrépidos y jóvenes abogados, entraron en el despacho. Se sentaron alrededor de una mesa caoba que había en
- •Vida de lujo hasta el momento en que había entrado en posesión de su herencia. Sus cinco millones de dólares
- •Velocidad por la interestatal—. Quinientos millones de dólares libres de impuestos —añadió con una sonrisa.
- •Iban a ninguna parte porque no podían permitirse el lujo de alquilar estudios de grabación, pero su grupo sería
- •Interno ella era una puta, y el hecho de que fuese la propietaria de todo hacía que el pobre Rex se pasara muchas
- •Inestabilidad; ambos celebraban muchas fiestas y tenían amigos muy turbulentos, todos ellos atraídos por el
- •Viejo paseaba desnudo por la playa, contemplando embobado a las jóvenes francesas. Josh y su mujer se habían
- •Vacía, Josh metió el brazo entumecido por el frío y volvió a cerrar la portezuela.
- •Vaqueros almidonados, les sirvió un whisky de malta muy añejo procedente del armario del señor Phelan.
- •Impresionante serie a las actividades al aire libre, de sonadas condenas contra médicos acusados de negligencia
- •Inmediato tras haber abandonado el de Hark. Le hizo un informe completo de todo lo que había dicho éste.
- •Investigaciones y parece ser que se enorgullecen de localizar a los pueblos más remotos de la Tierra.
- •Iniciar su aventura. Cuando a las diez Sergio entró a verle, lo encontró sentado como un monje en el centro de la
- •Virginia, y presentó una petición de apertura obligatoria de la última voluntad y testamento de Troy l. Phelan.
- •Inmediato.
- •Inadvertido fácilmente.
- •Idiomática le produjo un fugaz acceso de ansiedad que terminó en cuanto una agraciada auxiliar de vuelo
- •Virginia sólo las cuatro y media.
- •Valdir sacudió la cabeza sonriendo.
- •Valdir lo había asustado más de lo que quería reconocer. Se sentó en el borde de una mesa de cámping y
- •Inmediatamente se apartaban del camino de aquel verdadero carro blindado. Deliberadamente o por descuido, el
- •Instante.
- •Ventanillas del aparato y Milton bajó a seiscientos metros de altura. A la izquierda, mucho más cerca, se
- •Impenetrable, pero el impasible piloto se había quitado las gafas de sol y su frente estaba perlada de sudor. El
- •Ventanilla. La pista de aterrizaje era tan corta como el camino de la entrada de una bonita casa de una zona
- •Ver a Jevy conversar por teléfono fue una tortura para Nate. No entendía una sola palabra, pero el
- •Informe que le habían facilitado, y desde entonces había cambiado muy poco. El aislamiento de la gente era
- •Vuelta. Se señaló el reloj y Luis lo acompañó de nuevo a casa.
- •Valdir se despidió, no sin desearle una vez más feliz Navidad. Los Nike aún estaban mojados, pero se los
- •Intentó practicar jogging a lo largo de una manzana, pero el dolor se lo impidió. Bastante le costaba
- •Veintiocho años llamado Lance, encantado de poder hacer aquel viaje a pesar de que ella le doblaba la edad.
- •Igual lo que pudiera estar haciendo su hijo de catorce años.
- •Vio las hileras de botellas de bebidas alcohólicas, whisky, ginebra, vodka, todas llenas y sin abrir,
- •Vestíbulo para tomarse una buena taza de café cargado.
- •Imagen de mi rostro y he deseado la muerte, pero aquí estoy, sentado y respirando. Dos veces en tres días he
- •Indiferente. La estancia en Walnut Hill había hecho que su apetito disminuyera bastante, pues el método de
- •Viviera allí, se relacionase con las mismas personas, hiciera el mismo trabajo e hiciera caso omiso de los mismos
- •Varios abogados llegaron al extremo de sugerir que se les permitiera abrir y leer el testamento. Era muy largo y,
- •Irritados por el hecho de que no pudieran acceder de inmediato a la sala. Se intercambiaron algunas palabras
- •Visitantes de las salas de justicia. Los precedía Wally Bright, su abogado de las páginas amarillas. Wally vestía
- •Verdad y nada más que la verdad.
- •Intervenían en todas las peleas, siempre de parte de los Phelan y contra los reporteros. Después ayudaban a los
- •Imposible tarea de buscarle a Troy junior un puesto en la compañía que éste pudiera ocupar sin provocar una
- •Importancia. El jefe del departamento jurídico había dicho que, bien mirado, el testamento había sido una suerte.
- •Ventanas.
- •Incluso volar a casa con él, y quedarse allí el tiempo que hiciera falta para que se resolvieran todos los embrollos
- •Ilegítima de Troy Phelan. Tras finalizar sus estudios de Medicina, Rachel había cambiado de apellido en su afán
- •Veces al año, en marzo y en agosto, y Rachel solía llamar una vez al año desde un teléfono público de Corumbá
- •Inmediato. Alguien aconsejó que se les permitiera hablar de todos modos, y así quedó zanjado el problema.
- •Informes, ni notas, ni ideas acerca de lo que iba a decir a continuación; simple palabrería de un camorrista que
- •Impugnación. Los herederos, incluido Ramble, corrían el peligro de perder lo poco que Troy les había dejado en
- •Visto más lugares de Estados Unidos que él.
- •Vender.
- •Indios estadounidenses habían ganado algo. «y nosotros no los quemábamos en la hoguera —pensó—, ni los
- •Indicara el camino de regreso a la seguridad.
- •Indios podían comprender.
- •Incapacitado para testar. Nadie en su sano juicio se arrojaba por una ventana, y el que hubiese legado una
- •Volumen de la conciliación depende de mí. Si mis recuerdos son claros y detallados, puede que mi antiguo jefe
- •Inmenso pantano, exhalaré mi último aliento.»
- •Ver la primera choza y percibir olor a humo.
- •Inglés?
- •Veredictos favorables, reducir un poco más su aportación a los gastos generales del bufete y llevarse a casa más
- •Valdir regresó a su despacho, cerró la puerta y se acercó de nuevo a la ventana. El señor Stafford se
- •Indio entendiese.
- •Vernos otra vez hecho eso, me iré.
- •Indios están intentando dormir. Además, no olvide que les llamamos mucho la atención.
- •Insignificantes en aquel lugar y momento.
- •Veía muy conmovido y al borde de las lágrimas, pero conseguía decirle a la cámara lo que acababa de ver. Josh y
- •Imprecisión.
- •Vuelve a la normalidad sin que se produzca ningún daño. La tierra lo es todo para los indios, su vida; buena parte
- •Visitarme. Ella me contó la verdad acerca de mis padres biológicos, pero la revelación no significó nada para mí.
- •Veía la tierra de la orilla. Los indios empezaron a hablar entre sí y, al entrar en el Xeco, dejaron de remar.
- •Varias docenas de ellas. Vio la luz doblar una curva y, al oír el golpeteo del motor diésel, comprendió
- •Viejo había perdido la chaveta en aquel momento.
- •Varones.
- •Valdir estaba viendo la televisión y fumando su último cigarrillo de la noche sin prestar atención a las
- •Vestíbulo y de toda una serie de pasillos hasta llegar a una pequeña sala de reconocimiento donde una
- •Verdad que ella estaba allí.
- •Intimidatoria. Cuatrocientos abogados. Vestíbulos de mármol. Cuadros de firma en las paredes. Alguien estaba
- •Veinticinco a veinte. Y, si podemos atraer a Mary Ross, lo reducirá a diecisiete coma cinco. Si convencemos a
- •Valdir tenía un teléfono móvil. ¿Por qué no había llamado?
- •Intravenosa del brazo y huir hacia la libertad. Se arriesgaría a salir a la calle. Estaba seguro de que allí fuera no
- •Valdir tomó el teléfono y se retiró a un rincón, donde trató de describirle a Josh el estado de Nate.
- •Interrumpió el goteo. Tocó la frente de Nate y comprobó que no tenía fiebre.
- •Vivienda de Georgetown había terminado durante su estancia en el centro de desintoxicación. No tenía ningún
- •Inversiones dudosas. Después empezó a salir con una universitaria adicta a la cocaína y el muro se resquebrajó.
- •Introducía pastillas en la boca, lo obligaba a beber agua para que se las tragase y le humedecía el rostro con
- •Iban a enviar dinero. El consulado en Sáo Paulo estaba resolviendo la cuestión del pasaporte.
- •Volvió a reclinar la cabeza en la almohada y se tranquilizó mientras sentía que se le relajaban los
- •Instrucciones del médico. No tenía ni rastro de fiebre, la erupción cutánea había desaparecido y sólo le dolían un
- •Ver cosas y oír voces, incluso creer en fantasmas, sobre todo de noche, pero aun así siguió buscando.
- •Iban de bar en bar. Las calles eran cálidas y seguras; nadie parecía temer que le pegaran un tiro o lo atracaran.
- •Invocó el nombre de Dios. El señor estaba esperándolo.
- •Vio el rostro de Cristo, muriendo en la cruz tras una dolorosa agonía. Muriendo por él.
- •Indios la miraban cuando ella pasaba por su lado. Contó la historia de la niña que había muerto por culpa de la
- •Integridad de ese testamento. Segundo, sé la opinión que al señor Phelan le merecían sus hijos. La mera
- •Insinuar que Rachel tiene previsto rechazar la herencia haría que perdiésemos el control de la situación. Los
- •Vio el teléfono y le llamó la atención. Al parecer, seguía funcionando. Como era de esperar, Josh se había
- •Iglesia de la Trinidad.
- •Iglesia y su fachada daba a una calle secundaria. Caminaron pisando con mucho cuidado la nieve.
- •Verdad era que nadie podía fiarse de nadie. Había demasiado dinero en juego como para dar por seguro que el
- •Improcedentes.
- •Ilegítima, que tenía unos diez u once años cuando usted entró al servicio del señor Phelan. Éste intentó, a lo
- •Ver si funcionaba. No le dieron de comer a la hora del almuerzo. Se burlaron de él y lo llamaron embustero. En
- •Inestables peldaños. Era una ancha y larga sala con un techo muy bajo. El proyecto de reforma llevaba bastante
- •Indicó:
- •Iglesia de la Trinidad. Pero ambos consumieron gran cantidad de café y, al final, se terminaron el estofado de
- •Ventisca no se había producido. Al llegar a un semáforo en rojo de la avenida Pennsylvania, miró por el espejo
- •Impuestos de sucesión dividido por seis... Los honorarios de siete cifras se convertían en honorarios de ocho
- •Investigación para que llevara a cabo una indagación sobre los herederos Phelan. El examen se centraba más en
- •Volviendo a los cinco millones, ¿había invertido alguna parte de aquel dinero en acciones u obligaciones?
- •Vestían prendas mucho más informales. Junior llevaba un jersey rojo de algodón.
- •Vida, y después se arrojó al vacío. Supo engañar a Zadel y a los demás psiquiatras, y ellos se dejaron embaucar.
- •Veces se les veía juntos. Nate decidió no entrar en detalles. De repente, experimentó el deseo de terminar cuanto
- •Vidas que sólo giraban en torno al dinero.
- •Iré allí primero. Mi hijo mayor es estudiante de posgrado en la Universidad del Noroeste en Evanston, y tengo
- •Inmensa fortuna, ¿y aun así, sabiendo que había perdido el juicio, no le dijo nada a su abogado, el hombre en
- •Volvió a mirar a Nate, que estaba rebuscando entre sus papeles como si tuviera una copia del contrato. Snead
- •Invitaron de nuevo a cenar, pero él impuso como condición que Theo también participara. Almorzó con Angela
- •Veinte minutos de distancia. A las ocho y media lo llamó para decirle que una amiga suya había sufrido un
- •Inútiles notas en un cuaderno tamaño folio sencillamente porque eso era lo que estaban haciendo los demás. No
- •Viaje a Baltimore. Nate sabía que por nada del mundo habría abandonado el país.
- •Igual que cada uno de los abogados en el despacho de Wycliff.
- •Voltaje acerca de una de las fortunas personales más grandes del mundo. Josh le había reprochado su aspecto,
- •Impulso fue el de cruzar la estancia y besarle los pies a Nate. En su lugar, frunció el ceño con expresión muy
- •Valdir estaba esperando en el aeropuerto de Corumbá cuando el Gulfstream rodó hasta la pequeña
- •Inglés? ¿Cabría alguna posibilidad de que lo hubiera echado de menos o hubiera pensado en él siquiera? ¿Le
- •Visitó el hospital. Lo soñó usted todo, amigo mío.
- •Indios. Debajo de ella y encima de una mesita había una caja de plástico de material médico. El jefe señaló la
- •Inclinados uno o dos centímetros hacia la derecha.
- •Vivido once años allí y parecía ejercer una considerable influencia en él, pero no había conseguido convertirlo.
Vida, y después se arrojó al vacío. Supo engañar a Zadel y a los demás psiquiatras, y ellos se dejaron embaucar.
Es evidente que no estaba en sus cabales.
—¿Porque se arrojó al vacío?
—Sí, porque se arrojó al vacío, porque le dejó el dinero a una heredera desconocida, porque no se tomó
la menor molestia en proteger su fortuna de los impuestos de sucesión, porque ya llevaba bastante tiempo más
loco que un cencerro. ¿Por qué cree usted que decidimos someterlo a ese examen? Si no hubiera estado chalado,
¿qué necesidad habríamos tenido de contratar a tres psiquiatras para que lo examinaran antes de que firmase el
testamento?
—Sin embargo, los tres psiquiatras dijeron que estaba bien.
—Sí, pero se equivocaron de medio a medio. Mi padre se tiró por la ventana. Las personas cuerdas no
hacen esa clase de cosas.
—Y si su padre hubiese firmado el voluminoso testamento y no el testamento manuscrito y después se
hubiera arrojado al vacío, ¿habría estado loco?
—En tal caso, nosotros no nos encontraríamos aquí ahora.
Fue la única vez en el transcurso de los dos días de penosa prueba en que Troy Junior trató de adelantarse
a su contrincante, pero Nate tuvo la habilidad de pasar a otro tema y dejar aquella cuestión para más tarde.
—Vamos a hablar de Rooster Inns —anunció, lo cual hizo que Junior hundiese los hombros.
Era una más de las muchas aventuras arriesgadas y ruinosas en las que Junior se había embarcado, sólo
eso; pero Nate tenía que arrancarle todos los detalles. Un fracaso conducía a otro y cada uno de ellos daba lugar
a una serie de preguntas.
La de Junior había sido una vida muy triste. A pesar de lo difícil que resultaba compadecerse de él, Nate
comprendía que el pobre muchacho jamás había tenido un padre. Buscaba desesperadamente la aprobación de
éste y nunca la había obtenido. Josh le había comentado que Troy se alegraba enormemente cuando los negocios
de sus hijos fracasaban.
El abogado dejó libre al testigo a las cinco y media del segundo día. Rex fue el siguiente. Se había pasado
todo el día esperando en el pasillo y estaba muy nervioso, pues temía que su declaración volviera a aplazarse.
Josh había regresado de Nueva York. Nate le acompañó en una temprana cena.
Rex Phelan se había pasado buena parte del día anterior hablando por el teléfono móvil mientras Nate
O'Riley vapuleaba a su hermano. Rex había participado en los suficientes juicios como para saber que un litigio
significaba tener que esperar: a los abogados, los jueces, los testigos, los expertos, las fechas de los juicios y los
tribunales de apelación, y esperar en los pasillos a que le llegara el turno de declarar. Cuando levantó la mano
derecha y juró decir la verdad, ya despreciaba con toda su alma a Nate. Tanto Hark como Troy junior le habían
advertido acerca de lo que le esperaba. El abogado se metería bajo su piel y se enconaría allí como un grano.
Una vez más, Nate dio comienzo al interrogatorio formulando unas preguntas incendiarias que, en
cuestión de diez minutos, consiguieron poner tensos a la mayoría de quienes se hallaban en la sala. Durante tres
años Rex había sido objeto de investigación por parte del FBI.
John Grisham El testamento
170
En 1990 se había producido la quiebra de un banco, del que Rex había sido inversor y director. Los
clientes habían perdido dinero. Los litigios llevaban varios años en marcha y no se vislumbraba el final. El
presidente del banco estaba en la cárcel y los que se encontraban cerca del epicentro creían que Rex sería el
siguiente. Había bastante basura para que Nate se pasara muchas horas escarbando.
En broma, le recordaba constantemente a Rex que estaba bajo juramento. Era más que probable que el
FBI estudiara el video de su declaración.
A media tarde Nate empezó a abrirse camino hacia el tema de los bares de alterne. Rex era propietario de
seis locales —todos a nombre de su mujer— en la zona de Fort Lauderdale. Se los había comprado a un hombre
que más tarde había muerto en un tiroteo. Constituían un tema de conversación sencillamente irresistible. Nate
los tomó uno a uno —Lady Luck, Lolita's, Club Tiffany, etcétera— y formuló centenares de preguntas acerca de
las chicas, las bailarinas de striptease, de dónde procedían, cuánto ganaban, si consumían drogas y cuáles, si
tocaban a los clientes... Se interesó, en fin, por la rentabilidad del negocio de la carne. Tras pasarse tres horas
pintando cuidadosamente un retrato del negocio más sórdido del mundo, Nate preguntó:
—¿Trabajaba su actual esposa en uno de esos clubes?
La respuesta fue afirmativa, pero Rex no pudo soltarla sin más. El cuello y la garganta se le enrojecieron
de golpe y, por un instante, pareció que estaba a punto de saltar sobre Nate por encima de la mesa.
—Era contable —contestó, apretando las mandíbulas.
—¿Bailó alguna vez sobre la barra?
Otra pausa mientras Rex sujetaba fuertemente la mesa con los dedos.
—Por supuesto que no.
Era mentira y todos los presentes en la sala lo sabían.
Nate echó un vistazo a unos papeles que tenía delante, buscando la verdad. Todos lo observaron con
atención, esperando, quizá, que sacara una fotografía de Amber en tanga y zapatos de afilados tacones de aguja.
A las seis volvieron a suspender la sesión, con la promesa de proseguir al día siguiente. Cuando se apagó
la cámara de video y la secretaria del juzgado estaba ocupada retirando el equipo, Rex se detuvo a la altura de la
puerta y, apuntando a Nate con el dedo, le dijo:
—Se acabaron las preguntas sobre mi mujer, ¿de acuerdo?
—Eso es imposible, Rex. Todas las propiedades están a su nombre —contestó Nate, agitando unos
papeles que sostenía en la mano como si estuviera en posesión de todos los datos.
Hark empujó a su cliente fuera de la sala.
Una vez solo, Nate se pasó una hora examinando notas, pasando páginas y pensando que ojalá estuviera
en St. Michaels, sentado en el porche de la casa contemplando la bahía. Necesitaba llamar a Phil.
«Es tu último caso —se repetía una y otra vez—. Y lo haces por Rachel.»
A mediodía del segundo día los abogados de los hermanos Phelan ya estaban preguntándose abiertamente
si la declaración de Rex duraría tres días o cuatro. Éste tenía varios juicios pendientes y un embargo preventivo
por valor de siete millones de dólares, pero los acreedores no podían cobrar porque todos los bienes estaban a
nombre de su mujer, Amber, la antigua bailarina de striptease. Nate tomó un informe sobre cada uno de los
juicios, lo depositó sobre la mesa, lo examinó desde todos los ángulos y las perspectivas posibles y volvió a
guardarlo en la carpeta, donde quizá permaneciese definitivamente, o quizá no. El aburrimiento estaba sacando
de quicio a todo el mundo menos a Nate, que consiguió conservar su expresión de seriedad mientras seguía
adelante, de forma implacable, con el interrogatorio.
Durante la sesión de la tarde eligió el tema del suicidio de Troy y de los acontecimientos que lo habían
precedido. Siguió la misma línea que había empleado con junior y de inmediato quedó claro que Hark había
aleccionado a Rex. Las respuestas de éste a las preguntas acerca del doctor Zadel habían sido ensayadas, pero
fueron aceptables. Rex se atuvo a la línea sustentada por todo el grupo: era evidente que los tres psiquiatras se
habían equivocado por completo, pues minutos después Troy se había arrojado al vacío.
Rex pisó terreno más seguro cuando Nate lo sometió a un implacable interrogatorio acerca de su
desdichada carrera profesional en el seno del Grupo Phelan. Después ambos se pasaron dos dolorosas horas
malgastando los cinco millones de dólares que Rex había recibido como herencia.
A las cinco y media de la tarde, Nate anunció bruscamente que había terminado y abandonó la sala.
Un par de testigos en cuatro días. El espectáculo de dos hombres desnudados frente a una camara de un
video no era muy agradable. Los abogados de los Phelan se dirigieron a sus respectivos automóviles y se
marcharon. Quizá lo peor ya hubiera pasado, o quizá no.
Sus clientes habían sido unos niños mimados, ignorados por su padre y arrojados a un mundo de
voluminosas cuentas bancarias a una edad en que todavía no estaban preparados para manejar dinero, pese a lo
John Grisham El testamento
171
cual se había esperado de ellos que triunfaran. Sus elecciones no habían sido buenas, pero el verdadero culpable
había sido, en definitiva, Troy. Ésa era la ponderada opinión de los abogados de los hermanos Phelan.
Libbigail entró en la sala a primera hora de la mañana del viernes y fue conducida al estrado de los
testigos. Llevaba el cabello cortado casi al rape a los lados, con un poco más de un par de centímetros de pelo
gris en la parte superior de la cabeza y lucía tantas joyas baratas en el cuello y las muñecas que, cuando levantó
la mano para prestar juramento, se oyó un estrépito a la altura de su codo.
Miró a Nate horrorizada. Sus hermanos le habían contado lo peor acerca de él.
Sin embargo, estaban a viernes y las ansias de Nate por abandonar la ciudad eran mucho mayores que las
de comer cuando tenía apetito. La miró sonriendo e inició el interrogatorio con unas fáciles preguntas sobre sus
antecedentes. Hijos, empleos, matrimonios. Durante treinta minutos, todo fue muy agradable. Después Nate
empezó a indagar en su pasado. En determinado momento, le preguntó:
—¿Cuántas veces se ha desintoxicado por consumo de drogas o alcohol? —Al advertir que la pregunta la
escandalizaba, añadió—: Yo mismo he pasado por eso en cuatro ocasiones, de modo que no tiene por qué
avergonzarse.
Su sinceridad la cautivó.
—La verdad es que no me acuerdo —respondió—. Llevo seis años limpia.
—Estupendo —dijo Nate. De un adicto a otro—. La felicito.
A partir de ese momento, ambos hablaron como si estuvieran solos. Nate tuvo que fisgonear, no sin
pedirle disculpas por ello. Se interesó por los cinco millones y, haciendo gala de un extraordinario gracejo, ella
le contó historias de drogas buenas y hombres malos. A diferencia de sus hermanos, Libbigail había encontrado
la estabilidad. Se llamaba Spike, el ex motero que también se había desintoxicado y había aprendido a ser
obediente. Vivían en una casita en una zona residencial de Baltimore.
—¿Qué haría usted si recibiera una sexta parte de la herencia de su padre? —preguntó Nate.
—Comprar un montón de cosas —contestó Libbigail—. Como usted. Como cualquier hijo de vecino.
Pero esta vez tendría cuidado con el dinero. Mucho cuidado.
—¿Qué sería lo primero que compraría?
—La Harley más grande del mundo para Spike. Después, una casa más bonita, aunque no una mansión.
—Le brillaban los ojos mientras se gastaba mentalmente el dinero.
Su declaración duró menos de dos horas. La siguió su hermana Mary Ross Phelan Jackman, que también
miró a Nate como si éste tuviera colmillos. De todos los cinco herederos Phelan mayores de edad, Mary Ross era
la única que todavía estaba casada con su primer esposo, un prestigioso traumatólogo con otro matrimonio a su
espalda. Mary Ross vestía con elegancia y lucía bonitas joyas.
Las primeras preguntas revelaron una experiencia universitaria tan prolongada como las de sus hermanos,
pero sin interrupciones, adicciones o expulsiones. Había tomado su dinero y se había pasado tres años viviendo
en la Toscana y otros dos en Niza. A los veintiocho años se había casado con el médico y ahora tenía dos hijas,
una de siete años y otra de cinco. No quedó muy claro cuánto quedaba de los cinco millones. Su esposo se
encargaba de manejar las inversiones de ambos, por lo que Nate suponía que debían de estar prácticamente sin
un centavo. Ricos, pero llenos de deudas. En los antecedentes que había preparado Josh sobre Mary Ross
figuraban una gran mansión con coches de importación en el sendero de entrada, una casa en una urbanización
de Florida y unos ingresos por parte del médico de setecientos cincuenta mil dólares anuales. Éste pagaba veinte
mil dólares mensuales a un banco, como consecuencia de una sociedad que había tratado infructuosamente de
acaparar el negocio del lavado de automóviles en el norte de Virginia.
El médico también tenía un apartamento en Alexandria para su amante. A Mary Ross y a su marido raras