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23 - Carpe Yugulum - Terry Pratchett - tetelx -...doc
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07.09.2019
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Verence no guiñó. Permaneció de pie allí y tosió fuerte.

—¡Ejem!

—Tengo una pastilla en algún lugar —dijo Tata, su mano se extendió hacia la pernera de sus calzones.

—¡Ejem! —Los ojos de Verence se clavaron en su trono.

Lo que había parecido ser un almohadón gris se dio la vuelta, bostezó, lanzó una breve mirada breve al Rey, y empezó a lavarse.

—¡Oh, Greebo! —dijo Tata—. Me estaba preguntando dónde te habrías...

—¿Podría usted retirarlo por favor, Sra. Ogg? —dijo el Rey.

Agnes echó un vistazo a Magrat. La Reina se había volteado, con el codo sobre el brazo del trono y la mano medio cubriendo su boca. Sus hombros se sacudían.

Tata sacó a su gato del trono.

—Un gato puede mirar a un rey —dijo.

—No con esa expresión, creo —dijo Verence. Saludó amablemente a la compañía reunida, justo mientras el reloj del castillo empezaba a dar la medianoche.

—Por favor empiece, Reverendo.

—Yo, hum, tenía una pequeña homilía apropiada sobre el tema de, hum, esperar el... —comenzó el Bastante Reverendo Avenas, pero llegó un gruñido desde Tata y de repente pareció saltar hacia adelante. Parpadeó una o dos veces y su nuez de Adán se movió arriba y abajo—. Pero, ¡ay de mí!, temo que no tenemos tiempo —concluyó rápidamente.

Magrat se inclinó y susurró algo en la oreja de su marido. Agnes lo escuchó decir:

—Bien, querida, pienso que tenemos que hacerlo, esté aquí o no...

Shawn subió rápidamente, ligeramente sin aliento y con la peluca de costado. Llevaba un almohadón. Sobre el terciopelo descolorado estaba la gran llave de hierro del castillo.

Millie Resfriadum entregó la bebé al sacerdote, que la sujetó cautelosamente.

A la pareja real le pareció que de repente empezaba a hablar de manera muy indecisa. Detrás de él, Tata Ogg era una expresión de sumo interés que sin embargo estaba hecha del cien por cien de aditivos artificiales. También tenían la impresión de que el pobre hombre estaba sufriendo frecuentes ataques de calambre.

—... estamos reunidos aquí juntos a la vista de... hum... otro...

—¿Se siente usted bien, Reverendo? —preguntó el Rey, inclinándose hacia adelante.

—Nunca mejor, señor, hum, se lo aseguro —dijo Avenas abatido—... y por lo tanto le nombro... es decir, la nombro...

Hubo una pausa profunda y horrible.

Con rostro vidrioso, el sacerdote entregó la bebé a Millie. Entonces se quitó el sombrero, tomó un pequeño trozo de papel del forro, lo leyó, movió sus labios unas veces mientras decía las palabras para sí mismo, y luego volvió a poner el sombrero sobre su frente sudada y tomó la bebé otra vez.

—¡La nombro... Esmerelda Margaret Note Deletreo de Lancre!

El impactado silencio fue llenado repentinamente.

—¿Note Deletreo? —dijeron Magrat y Agnes al mismo tiempo.

—¿Esmerelda? —dijo Tata.

La bebé abrió sus ojos.

Y las puertas se abrieron.

Elecciones. Siempre eran elecciones...

Estaba ese hombre abajo en Spackle, el que había matado a aquellos pequeños niños. Las personas habían enviado por ella, y ella lo había mirado y vio la culpa retorcerse en su cabeza como un gusano rojo, y luego les había llevado a su granja y les mostró dónde cavar, y él se había arrojado al suelo y le pidió piedad a ella, porque dijo que estaba borracho y que había hecho todo alcoholizado.

Sus palabras volvieron a la memoria. Ella había dicho, en sobriedad: termínelo en cáñamo.

Y ellos se lo habían llevado, arrastrándolo, y lo colgaron de una soga de cáñamo y había ido a observar porque se lo debía, y él había blasfemado, lo cual era injusto porque el ahorcamiento es una muerte sana, o por lo menos más limpia que la que hubiera tenido si los lugareños se hubieran atrevido a desafiarla, y había visto la sombra de Muerte venir a por él, y entonces detrás de Muerte vinieron las figuras más pequeñas y más brillantes, y entonces...

En la oscuridad, la mecedora crujía mientras se balanceaba atrás y adelante.

Los lugareños dijeron que se había hecho justicia, y ella perdió la paciencia y les dijo que se fueran a casa, entonces, y que rezaran a los dioses en los que creyeran para que nunca les sucediera a ellos. La máscara petulante de la virtud triunfadora podía ser casi tan horrible como la cara de la perversidad revelada.

Se estremeció por un recuerdo. Casi tan horrible, pero no totalmente.

Lo raro fue que un montón de lugareños había aparecido en su funeral, y una o dos personas estuvieron murmurando al estilo de, Sí, bien, pero en general no era un mal tipo... Y de todos modos, tal vez ella le hizo decirlo. Y ella había recibido las miradas lúgubres.

¿Suponiendo que hubiera justicia para todos, después de todo? Para cada mendigo ignorado, para cada palabra severa, para cada deber descuidado, para cada insulto... para cada elección... Porque ésa era la cuestión, ¿verdad? Tenías que elegir. Podías hacerlo bien, podías hacerlo mal, pero tenías que elegir, sabiendo que la bondad o maldad nunca podían ser claras, o incluso que estuvieras decidiendo entre dos tipos de maldad, que no hubiera bondad en ningún lugar. Y siempre, siempre, lo hacías a solas. Eras la única allí, sobre el borde, mirando y escuchando. Nunca ninguna lágrima, nunca ninguna disculpa, nunca ningún lamento... Lo guardabas todo de una manera que podía ser usado cuando era necesario.

Nunca habló de esto con Tata Ogg ni con ninguna de las otras brujas. Eso sería violar el secreto. A veces, tarde por la noche, cuando la conversación caminaba de puntillas a su alrededor, Tata podría sólo dejar caer alguna línea como ‘Los viejos Scriven llegaron muy tranquilos al final’, y puede o no puede significar nada con la frase. Tata, hasta donde podía ver, no sufría mucho. Para ella, obviamente había que hacer algunas cosas, y eso era todo. Ella no mantenía bajo llave ninguno de los pensamientos que rondaban, ni siquiera los suyos. Yaya la envidiaba.

¿Quién vendría a su funeral cuando ella muriera?

¡Ellos no le preguntaron!

Los recuerdos empujaban. Otras figuras marchaban en las sombras alrededor de la luz de la vela.

Había hecho cosas y estado en lugares, y encontró unas maneras de volver la cólera hacia fuera que incluso la habían sorprendido. Había derrotado a otros mucho más poderosos que ella, si sólo les hubiera permitido creerlo. Había renunciado a tanto, pero había aprendido mucho...

Era una señal. Ella sabía que vendría tarde o temprano... Ellos se habían dado cuenta, y ahora ella ya no era útil...

¿Qué había ganado? La recompensa por el trabajo había sido más trabajo. Si cavaras las mejores zanjas te darían una pala más grande.

Y tenías estas paredes desnudas, este piso desnudo, esta fría cabaña.

La oscuridad en los rincones creció hacia la habitación y empezó a enredarse en su pelo.

¡Ellos no le preguntaron!

Nunca, nunca había pedido algo a cambio. Y el problema con no pedir algo a cambio era que a veces no lo recibías.

Siempre había tratado de mirar hacia la luz. Siempre había tratado de mirar hacia la luz. Pero cuanto más firme mirabas la claridad, más cruel quemaba dentro, hasta que, al fin, te pescaba la tentación y te ordenaba dar media vuelta para ver qué larga, abundante, poderosa y oscura se había vuelto tu sombra, corriendo tras de ti...

Alguien mencionó su nombre.

Hubo un momento de luz y ruido y perplejidad.

Y entonces despertó, y miró la oscuridad entrando a raudales, y vio las cosas en blanco y negro.

—Lo sentimos mucho... demoras en el camino, usted sabe cómo es...

Los recién llegados entraron rápidamente y se unieron a la multitud, que les prestó poca atención porque estaban mirando el espectáculo imprevisto alrededor de los tronos.

—¿Note Deletreo?

—Definitivamente un poco difícil —dijo Tata—. Esmerelda, ahora, ése era uno bueno. Gytha habría sido bueno también, pero Esmerelda, sí, usted no puede discutirlo. Pero usted conoce a los niños. Todos la estarán llamando Delly.

—Si tiene suerte —dijo Agnes tristemente.

—¡No esperaba que nadie lo dijera! —siseó Magrat.

—¡Sólo quería asegurarme de que ella no terminara con ‘Magrat’!

Poderoso Avenas estaba de pie con los ojos hacia arriba y sus manos juntas. Ocasionalmente lanzaba un gemido.

—Podemos cambiarlo, ¿verdad? —dijo Rey Verence—. ¿Dónde está el Historiador Real?

Shawn tosió.

—No es miércoles por la tarde y tendré que ir a buscar el sombrero correcto, señor...

—¿Podemos cambiarlo o no, hombre?

—Er... ha sido pronunciado, señor. En el momento oficial. Creo que es su nombre ahora, pero necesitaré ir a consultarlo. Todos lo escucharon, señor.

—No, usted no puede cambiarlo —dijo Tata, que como la mamá del Historiador Real daba por sentado que sabía más que el Historiador Real—. Mire al viejo Mu-vaca Pobrepollito allá en Tajada, para empezar.

—¿Qué le pasó a él, entonces? —dijo el Rey bruscamente.

—Su nombre completo es James Qué Demonios Hace Esa Vaca Aquí Adentro Pobrepollito —dijo Magrat.

—Fue un día muy extraño, lo recuerdo —dijo Tata.

—Y si mi madre hubiera sido lo bastante sensata para decirle mi nombre al Hermano Perdore en lugar de venir toda tímida y escribirlo, la vida habría sido completamente diferente —dijo Magrat. Echó un vistazo nervioso a Verence—. Probablemente peor, por supuesto.

—¿Así que tengo que llevar a Esmerelda a su pueblo y decirles que uno de sus segundos nombres es Note Deletreo? —dijo Verence.

—Bien, tuvimos un rey llamado Mi Dios Está Pesado Primero —dijo Tata—. Y la cerveza ha corrido las últimas dos horas de modo que, básicamente, usted recibirá una aclamación diga lo que diga.

Además, pensó Agnes, sé que a ciencia cierta hay personas allí afuera llamadas Sifilidoso Wilson, y Canto Tirolés Ligero, y Total Bizcocho.10

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