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24 - El quinto elefante - Terry Pratchett - tet...doc
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07.09.2019
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Vimes oyó como Zanahoria escarbaba en la penumbra, y el sonido de una llave en la cerradura.

—Pensé que la Campaña para Alturas Iguales dirigía este sitio ahora —dijo.

—Es tan difícil encontrar voluntarios —dijo Zanahoria, guiándole a través de la puerta baja y encendiendo una lámpara—. Vengo cada día sólo para echar una ojeada, pero nadie más parece muy interesado.

—No puedo imaginar el porqué —dijo Vimes, paseando su mirada por el Museo del Pan Enano.

La única cosa positiva que podías decir de los productos de pan que había a su alrededor es que eran probablemente tan comestibles como lo habían sido el día que fueron horneados.

«Forjados» era una palabra mejor. El pan enano estaba pensado para ser una comida de último recurso y también un arma y una moneda de intercambio. Los enanos no eran, por lo que sabía Vimes, religiosos para nada, pero la forma como pensaban en el pan se le acercaba bastante.

Hubo un tintineo y un ruido de algo que rascaba en algún lugar de la penumbra.

—Ratas —dijo Zanahoria—. Nunca paran de intentar comerse el pan enano, las pobres. Ah, aquí la tenemos. La Torta de Piedra. Una copia, por supuesto.

Vimes miró la cosa deforme encima de su exhibidor lleno de polvo. Se parecía vagamente a una torta, pero sólo si alguien te lo decía previamente. Si no, el término “un pedazo de roca” era más acertado. Tenía el tamaño más o menos, y la forma, de un buen cojín. Se podían ver algunas uvas pasa fosilizadas.

—Mi esposa descansa los pies en algo parecido cuando ha tenido un día muy duro —dijo.

—Tiene quince siglos de antigüedad —dijo Zanahoria, con algo parecido al temor reverencial en su voz.

—Pensé que era una copia.

—Bueno sí… pero es la copia de una cosa muy importante —dijo Zanahoria.

Vimes olfateó. El aire ciertamente tenía un olor acre.

—Huele mucho a gato, aquí, ¿no?

—Me temo que vienen en busca de las ratas, señor. Una rata que ha mordisqueado pan enano tiende a no poder correr demasiado rápido después.

Vimes encendió un cigarro. Zanahoria le echó una mirada de insegura desaprobación.

—Agradecemos a la gente que no fume aquí, señor —dijo.

—¿Por qué? No sabes que no lo harán —dijo Vimes. Se apoyó en el gabinete que hacía de exhibidor de la Torta—. Muy bien, Capitán. ¿Por qué voy a ir en realidad a… Joder? No sé mucho de diplomacia, pero sí sé que no es nunca por una sola razón. ¿Qué es el Bajo Rey? ¿Por qué nuestros enanos se pelean?

—Bueno, señor… ¿Ha oído hablar del kruk?

—¿La ley para las explotaciones mineras de los enanos? —dijo Vimes.

—Exacto, señor. Pero es más que eso. Es… cómo se vive. Leyes sobre la propiedad, el matrimonio, la herencia, las reglas para resolver todas las disputas, ese tipo de cosas. Todo, en realidad. Y el Bajo Rey… bueno, lo podría considerar la última instancia de apelación. Es aconsejado, por supuesto, pero tiene la última palabra. ¿Me sigue?

—Hasta aquí tiene sentido

—Y se le corona sobre la Torta de Piedra, en la que se sienta para emitir sus juicios porque todos los Bajos Reyes los han hecho desde la época de B’hrian Hachasangrienta, hace quinientos años. Eso… da autoridad.

Vimes asintió malhumoradamente. Eso también era sensato. Hacías algo porque siempre se había hecho así y la explicación era: «Pero siempre lo hemos hecho así». Un millón de personas muertas no pueden haber estado equivocadas, ¿verdad?

—¿Es elegido, o por nacimiento o por qué? —dijo.

—Creo que se podría decir que es elegido —dijo Zanahoria—. Pero en realidad un montón de enanos viejos lo arreglan entre ellos. Tras escuchar a los otros enanos, por supuesto. Hacer sondeos, lo llaman. Tradicionalmente es de una de las grandes familias. Pero… eh…

—¿Sí?

—Las cosas son algo distintas este año. Los ánimos están algo… caldeados.

Ah, pensó Vimes.

—¿Ganó el enano equivocado? —dijo.

—Alguno enanos lo consideran así. Pero es más el proceso entero lo que se ha cuestionado —dijo Zanahoria—. Por lo enanos de la ciudad más grande de enanos fuera de Uberwald.

—No me lo digas, debe ser ese sitio de Hubwards…

—Es Ankh-Morpork, señor.

—¿Qué? ¡No somos una ciudad de enanos!

—Cincuenta mil enanos en estos momentos, señor.

—¿De verdad?

—Sí, señor.

—¿Estás seguro?

—Sí, señor.

Por supuesto que lo está, pensó Vimes. Probablemente los conoce todos por el nombre.

—Debe entender, señor, que hay un gran debate abierto —dijo Zanahoria—. Sobre cómo se define un enano.

—Bueno, algunas personas dirían que se les llama enanos porque…

—No, señor. No por el tamaño. Nobby Nobbs es más bajo que muchos enanos, y nadie le incluye en la categoría de enano.

—Tampoco le incluimos en la de humano —dijo Vimes.

—Y, por supuesto, yo también soy un enano.

—Sabes, Zanahoria, siempre he querido hablar contigo de eso…

—Adoptado por enanos, criado por enanos. Para los enanos soy un enano, señor. Puedo hacer el rito de k’zakra, conozco los secretos del h’ragna, puedo ha’lk mi g'rakha correctamente… Soy un enano

—¿Qué significan esas cosas?

—No se me permite decírselo a los no-enanos —Zanahoria discretamente intentó apartarse del camino que seguía el humo del cigarro—. Desgraciadamente, algunos enanos de las montañas piensan que los enanos que se han mudado no son tampoco enanos propiamente dichos. Pero esta vez la monarquía ha sido elegida según las opiniones de los enanos de Ankh-Morpork, y un montón de enanos allá lejos en casa no les gusta. Hay un resquemor general. Las familias se pelean entre sí, ese tipo de cosas. Muchos tirones de barbas.

—¿De verdad? —Vimes intentó no sonreír.

—No es divertido si eres un enano.

—Lo siento.

—Y temo que este nuevo Bajo Rey va sólo a empeorar las cosas, aunque por supuesto le deseo lo mejor.

—¿Es difícil de tratar?

—Ehh, creo que puede asumir, señor, que ningún enano que asciende en la sociedad enana lo suficiente como para ser considerado un candidato a la monarquía no llega ahí cantando el ai-vó y vendando las heridas de los animales del bosque. Pero para los estándares enanos, el Rey Rhys Rhysson es un pensador moderno, aunque oigo que no le gusta demasiado Ankh-Morpork.

—Suena como una persona muy inteligente, entonces.

— De todos modos esto ha contrariado a muchos de los enanos de montaña más, ehh, tradicionales de las montañas, que creían que el próximo Rey iba a ser Albrecht Albrechtson.

—Que no es un pensador moderno.

—Incluso considera que no estar bajo tierra es peligrosamente no-enanil.

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