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24 - El quinto elefante - Terry Pratchett - tet...doc
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07.09.2019
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Vimes levantó la mirada. Algo cálido, como una gota de mantequilla fundida, le golpeó la mejilla. Mientras se la limpiaba, vio las sombras moverse.

Las cosas ocurrieron con una dulce lentitud. Se vio como si se estuviera mirando desde lejos. Vio cómo empujaba a Cheery y a Sybil bruscamente, oyó cómo gritaba algo y se vio lanzarse contra el Rey, derribando al enano mientras un hacha repicaba contra la parte posterior de su armadura.

Luego estaba rodando por el suelo, con el furioso enano en sus brazos, y la lámpara de araña estaba a la mitad de su caída, con las llamas de las velas refulgiendo, y Detritus, levantando las manos con una expresión calculadora en su cara…

Hubo un momento de calma y silencio mientras el troll agarraba la descendiente montaña de luz. Y luego la física volvió a actuar, en una explosiva nube de enanos, escombros, cera fundida y velas brillantes que caían por todas partes.

Vimes se despertó en la oscuridad. Parpadeó y se tocó los ojos para asegurarse de que estaban abiertos.

Luego se sentó y su cabeza golpeó una piedra, y entonces hubo luz, desagradables luces amarillas y púrpura, llenando su vida repentinamente. Se tumbó hasta que desparecieron.

Empezó a pensar. Su capa, yelmo, espada y armadura habían desaparecido. Iba sólo con camisa y pantalones, y aunque el sitio donde se encontraba no estaba helado, había una humedad fría y pegajosa que ya estaba calándole los huesos.

Bien…

No supo cuánto tardó en acostumbrarse a la celda, pero al fina lo hizo. Se movió unos centímetros, agitando los brazos ante él como un hombre que estuviera practicando un arte marcial muy lento contra la oscuridad.

Incluso así los sentidos eran poco fiables en la total oscuridad. Siguió la pared cuidadosamente, siguió otra pared, siguió una pared que reveló, bajo sus dedos, el contorno de una pequeña puerta con una manecilla, y encontró la pared con el bloque de piedra sobre el que había despertado.

Lo que hacía todo esto más difícil era tener que hacerlo con la cabeza incrustada en su pecho. Vimes no era un hombre muy alto. Si lo hubiera sido, probablemente se hubiera roto la cabeza al despertar.

Sin otra ayuda, midió la longitud de las paredes usando su paso de policía. Sabía exactamente cuánto le costaba, moviendo las piernas con soltura, cruzar el Puente de Bronce para llegar a casa. Precisó de un poco de confusa aritmética mental, pero finalmente decidió que la habitación medía poco más de nueve metros cuadrados.

Una cosa que Vimes no hizo fue gritar «¡Socorro! ¡Socorro!». Estaba en un calabozo. Alguien le había metido en un calabozo. Era razonable asumir, por lo tanto, que quien fuera que lo había hecho no estaba interesado en sus opiniones.

Tanteó el espacio hasta que dio con el bloque de piedra otra vez y se tendió. Cuando lo hizo, algo sonó en sus bolsillos. Rebuscó en ellos y sacó lo que parecía y sonaba como una caja de cerillas. Sólo quedaban tres.

Por lo tanto… recursos disponibles: las ropas con las que se había levantado y tres cerillas. Era hora de pensar en qué demonios estaba pasando.

Recordó ver la lámpara de araña. Creyó recordar ver cómo Detritus agarraba la cosa. Y habían sonado muchos alaridos y gritos, y carreras, mientras que en sus brazos el Rey le había maldecido como sólo un enano podía maldecir. Luego algo le había golpeado.

También sentía un dolor en la espalda, donde su armadura había detenido un hacha. Sintió un soplo de orgullo patriótico cuando lo pensó. ¡La armadura de Ankh-Morpork había aguantado el golpe! Era de reconocer que probablemente la habían hecho en Ankh-Morpork enanos de Uberwald, usando acero proveniente del hierro de Uberwald, pero igualmente era una condenada armadura de Ankh-Morpork.

Había una almohada en el bloque de piedra, hecha en Uberwald. Cuando Vimes giró la cabeza, la almohada hizo un clink muy débil. Un sonido que él no asociaba con plumas.

En la oscuridad agarró la almohada y, después de recurrir a sus dientes, consiguió abrir un agujero en la resistente tela.

Si lo que sacó había sido alguna vez parte de un pájaro, Vimes no quería conocer a uno de su especie. Se parecía mucho al tacto a la ballesta de un disparo de Iñigo. Con un dedo cauteloso, Vimes comprobó que estaba cargada, además.

Sólo un disparo, recordó. Pero uno que la gente no sabía que tenías… Por otra parte, el Hada de los Dientes probablemente no era responsable de ponerla en la almohada, a menos que últimamente hubiera tenido que hacer frente a niños particularmente rebeldes.

Devolvió la ballesta a la almohada cuando se dio cuenta que había una luz. Era un brillo increíblemente débil que mostraba que la puerta incluía una ventana con barrotes y que había figuras sombrías al otro lardo.

—¿Estáis despierto, Vuestra Gracia? Esto es muy desafortunado.

—¿Dee?

—Sí.

—¿Has venido ha decirme que todo ha sido un terrible error?

—Ay de mí, no. Yo estoy convencido de vuestra inocencia, por supuesto.

—¿De verdad? Yo también —gruñó Vimes—. De hecho, ¡estoy tan convencido de mi inocencia que ni siquiera sé de qué soy inocente! ¡Déjame salir o…

—… o os quedaréis dentro, me temo —dijo Dee—. Es una puerta muy resistente. No estáis en Ankh-Morpork, Vuestra Gracia. Por supuesto, comunicaré vuestra desesperada situación a Lord Vetinari tan pronto como sea posible, pero creo que la torre de mensajes ha sido gravemente dañada…

—¡Mi desesperada situación es que me habéis encerrado! ¿Por qué? He salvado vuestro Rey, ¿no?

—Hay un… conflicto.

—¡Alguien hizo caer esa lámpara!

—Sí, por supuesto. Un miembro de vuestro personal, por lo que parece.

—¡Sabes que eso no puede ser verdad! Detritus y Pequeñotrasero estaban conmigo cuando…

—¿El señor Skimmer era un miembro de vuestro personal?

—Él… Sí, pero… Yo… él no pudo…

—Creo tener entendido que tenéis en Ankh-Morpork una cosa llamada Gremio de Asesinos43 —dijo Dee calmosamente—. Corregidme si estoy equivocado.

—¡Skimmer estaba en la torre!

—¿La torre dañada?

—Estaba dañada antes de que… —Vimes se detuvo—. ¿Por qué habría él de destrozar una de las torres?

—No he dicho que lo hiciera —dijo Dee. Su voz todavía rezumaba absoluta calma—. Y además, Vuestra Gracia, han sugerido que vos habíais hecho una señal antes que la lámpara se cayera…

—¿Qué?

—Una mano en la mejilla, o algo así. Han sugerido que vos habías previsto el accidente.

—¡La maldita cosa se balanceaba de un lado a otro! ¡Oye, déjame hablar con Skimmer!

—¿Tenéis poderes supernaturales, Vuestra Gracia?

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