
- •Inteligencia Emocional
- •El desafío de aristóteles
- •¿Por qué esta investigacion ahora?
- •Nuestro viaje
- •1. ¿Para qué sirven las emociones?
- •Cuando la pasion desborda a la razon
- •Impulsos para la acción
- •Nuestras dos mentes
- •El desarrollo del cerebro
- •2. Anatomía de un secuestro emocional
- •La sede de todas las pasiones
- •El repetidor neuronal
- •El centinela emocional
- •Respuesta de lucha o huida
- •El especialista en la memoria emocional
- •Un sistemade alarma neuronal anticuado
- •Cuando las emociones son rápidas y toscas
- •El gestor de las emociones
- •Armonizando la emoción y el pensamiento
- •3. Cuando el listo es tonto
- •La inteligencia emocional y el destino
- •Un tipo de inteligencia diferente
- •Spock contra data: cuando la cognicion no basta
- •¿Las emociones pueden ser inteligentes?
- •El ci y la inteligencia emocional: los tipos puros
- •4. Conócete a ti mismo
- •El apasionado y el indiferente
- •El hombre sin sentimientos
- •Elogio de las sensaciones viscerales
- •Sondeando el inconsciente
- •5. Esclavos de la pasión
- •La anatomia del enfado
- •La «irrupción» de la rabia
- •El enfado se construye sobre el enfado
- •Un bálsamo para el enfado
- •El enfriamiento
- •La falacia de la catarsis
- •Aplacar la ansiedad: ¿qué es lo que me preocupa?
- •Una forma de trabajo con la preocupación
- •El control de la tristeza
- •Los elevadores del estado de ánimo
- •Los represores de la emoción—la negación optimista
- •6. La aptitud maestra
- •El control de los impulsos: el test de las golosinas
- •Estados de ánimo negativos, pensamientos negativos
- •Pollyanna* y la caja de pandora: el poder del pensamiento positivo
- •El optimismo: el gran motivador
- •El «flujo»: la neurobiologia de la excelencia
- •Aprendizaje y «flujo»: un nuevo modelo educativo
- •7. Las raíces de la empatía
- •El desarrollo de la empatia
- •El niño bien sintonizado
- •El coste de la falta de sintonía
- •La neurología de la empatía
- •La empatía y la ética: las raíces del altruismo
- •Una vida carente de empatía: la mentalidad del agresor. La moral del sociopata
- •8. Las artes sociales
- •La expresión de las emociones
- •La expresividad y el contagio emocional
- •Los rudimentos de la inteligencia social
- •La génesis de la incompetencia social
- •«Te odiamos»: el momento critico
- •El resplandor emocional: informe de un caso
- •Inteligencia emocional aplicada
- •9. Enemigos íntimos
- •Los antecedentes infantiles de dos concepciones diferentes del matrimonio
- •El fracaso matrimonial
- •Pensamientos toxicos
- •El desbordamiento: el naufragio del matrimonio
- •Los hombres. El sexo vulnerable
- •Consejos para el matrimonio
- •Las «buenas peleas»
- •Tranquilizarse a uno mismo
- •Desintoxicarse de la charla interna con uno mismo
- •Escuchar y hablar de un modo no defensivo
- •La práctica
- •10. Ejecutivos con corazón
- •La critica es nuestro primer quehacer
- •La peor forma de motivar a alguien
- •La estrategia adecuada
- •Aceptar la diversidad
- •Las raices del prejuicio
- •Ninguna tolerancia hacia la intolerancia
- •La sabiduria de las organizaciones y el ci colectivo
- •11. La mente y la medicina
- •«La mente del cuerpo»: relación entre las emociones y la salud
- •Las emociones toxicas: datos clinicos
- •Cuando la ira resulta suicida
- •El estrés: la ansiedad desproporcionada e inoportuna
- •El coste médico de la depresión
- •Los beneficios clinicos de los sentimientos positivos
- •El coste del pesimismo y las ventajas del optimismo
- •Con la ayuda de mis amigos: el valor clínico de las relaciones interpersonales
- •El poder curativo del apoyo emocional
- •Promover una atencion médica emocionalmente inteligente
- •Hacia una medicina que cuide a sus pacientes
- •12. El crisol familiar
- •Una ventaja emocional
- •La asimilación de los fundamentos de la inteligencia emocional
- •Como criar a un niño agresivo
- •La violencia: la extinción de la empatía
- •13. Trauma y reeducación emocional
- •El terror congelado en la memoria
- •El tept como desorden limbico
- •El reaprendizaje emocional
- •La reeducación del cerebro emocional
- •El reaprendizaje emocional y la superación del trauma
- •La psicoterapia como reaprendizaje emocional
- •14. El temperamento no es el destino
- •La neuroquimica de la timidez
- •Nada me preocupa: el temperamento alegre
- •Domesticar a la hiperexcitable amígdala
- •La infancia: una puerta abierta a la oportunidad
- •Momentos clave
- •15. El coste del analfabetismo emocional
- •El malestar emocional
- •El control de la agresividad
- •Una escuela para niños indisciplinados
- •La prevención de la depresión
- •El precio de la modernidad: el aumento de la depresión
- •La depresion infantil
- •Las pautas del pensamiento depresogeno
- •La forma de acabar con la depresion
- •Los trastornos alimenticios
- •Los solitarios y los marginados
- •El aprendizaje de la amistad
- •El alcohol y las drogas: la adiccion como automedicaClÓn
- •No mas cruzadas un camino preventivo comun
- •La información no es suficiente
- •Los elementos fundamentales
- •16. La escolarización de las emociones
- •Una clase de cooperaClOn
- •Un punto de conflicto
- •Postdata: detener la escalada de la hostilidad
- •Temas del dia
- •El abc de la inteligencia emocional
- •La alfabetizaClOn emocional en los barrios deprimidos
- •La alfabetizaClOn emocional encubierta
- •El ritmo del desarrollo emocional
- •La importancia del ritmo
- •La función preventiva de la alfabetizaClOn emocional
- •Repensar la escuela: enseñar a ser y enseñar a respetar
- •Una mision extra para las escuelas
- •¿Que tipo de cambios conlleva la alfabetiza ClOn emocional?
- •El caracter, la moral y las artes de la democracia
- •Una última palabra
- •Apéndice a ¿qué es la emoción?
- •Apéndice b particularidades de la mente emocional
- •Una respuesta rápida pero tosca
- •Primero los sentimientos, luego los pensamientos
- •Una realidad simbólica infantil
- •El pasado se impone sobre el presente
- •Realidad especifica de estado
- •Apéndice c los circuitos neurales del miedo
- •Apéndice d el consorcio w.T. Grant los componentes activos de los programas de prevención
- •Apéndice e el curriculum de self science
- •Apéndice f aprendizaje social y emocional: resultados Proyecto de desarrollo infantil
- •Proyecto de desarrollo social de Seattle
- •Programa de promoción de la competencia social Yale-New Haven
- •Programa de resolución creativa de conflictos
- •Proyecto de desarrollo de la conciencia social: aprendizaje de resolución de problemas sociales
- •Capitulo 1. ¿Para qué sirven las emociones?
- •Capítulo 2. Anatomía de un secuestro emocional
- •Capitulo 3. Cuando el listo es tonto
- •Capítulo 4. Conócete a ti mismo
- •Capítulo 5. Esclavos de la pasión
- •Capitulo 6. La aptitud maestra
- •Capítulo 7. Las raíces de la empatia
- •Capitulo 8. Las artes sociales
- •Capitulo 9. Enemigos íntimos
- •Capítulo 10. Ejecutivos con corazón
- •Capitulo 11. La mente y la medicina
- •Capítulo 12. El crisol familiar
- •Capítulo 13. Trauma y reeducacibn emocional
- •Capitulo 14. El temperamento no es el destino
- •Capítulo 15. El coste del analfabetismo emocional
- •Capitulo 16. La escolarización de las emociones
- •Apendice b. Particularidades de la mente emocional
- •Reconocimientos
La inteligencia emocional y el destino
Recuerdo a un compañero de clase que había obtenido cinco puntuaciones de 800 en el SAT y otros tests de rendimiento académico que nos habían pasado antes de ingresar en el Amherst College. Pero, a pesar de sus extraordinarias facultades intelectuales, mi amigo tardó casi diez años en graduarse porque pasaba la mayor parte del tiempo tumbado, se acostaba tarde, dormía hasta el mediodía y apenas si asistía a las clases.
El CI no basta para explicar los destinos tan diferentes de personas que cuentan con perspectivas, educación y oportunidades similares. Durante la década de los cuarenta, un período en el que —como ocurre actualmente— los estudiantes con un elevado CI se hallaban adscritos a la Ivy League de universidades, (La Ivy League constituye un grupo selecto de ocho universidades privadas de Nueva Inglaterra famosas por su prestigio académico y social.) se llevó a cabo un seguimiento de varios años de duración sobre noventa y cinco estudiantes de Harvard que dejó meridianamente claro que quienes habían obtenido las calificaciones universitarias más elevadas no habían alcanzado un éxito laboral (en términos de salario, productividad o escalafón profesional) comparativamente superior a aquellos compañeros suyos que habían alcanzado una calificación inferior. Y también resultó evidente que tampoco habían conseguido una cota superior de felicidad en la vida ni más satisfacción en sus relaciones con los amigos, la familia o la pareja.
En la misma época se llevó a cabo un seguimiento similar sobre cuatrocientos cincuenta adolescentes —hijos, en su mayor parte, de emigrantes, dos tercios de los cuales procedían de familias que vivían de la asistencia social— que habían crecido en Somerville, Massachussetts, un barrio que por aquella época era un «suburbio ruinoso» enclavado a pocas manzanas de la Universidad de Harvard. Y, aunque un tercio de ellos no superase el coeficiente intelectual de 90, también resultó evidente que el CI tiene poco que ver con el grado de satisfacción que una persona alcanza tanto en su trabajo como en las demás facetas de su vida. Por ejemplo, el 7% de los varones que habían obtenido un CI inferior a 80 permanecieron en el paro durante más de diez años, lo mismo que ocurrió con el 7% de quienes habían logrado un CI superior a 100. A decir verdad, el estudio también parecía mostrar (como ocurre siempre) una relación general entre el CI y el nivel socioeconómico alcanzado a la edad de cuarenta y siete años, pero lo cierto es que la diferencia existente radica en las habilidades adquiridas en la infancia (como la capacidad de afrontar las frustraciones, controlar las emociones o saber llevarse bien con los demás).
Veamos, a continuación, los resultados —todavía provisionales— de un estudio realizado sobre ochenta y un valedictorians y salutatorians (Los valedictorians son los alumnos que pronuncian los discursos de despedida en la ceremonia de entrega de diplomas, mientras que los salututorians son aquéllos que pronuncian los discursos de salutación en las ceremonias de apertura del curso universitario.) del curso de 1981 de los institutos de enseñanza media de Illinois. Todos ellos habían obtenido las puntuaciones medias más elevadas de su clase pero, a pesar de que siguieron teniendo éxito en la universidad y alcanzaron excelentes calificaciones, a la edad de treinta años no podía decirse que hubieran obtenido un éxito social comparativamente relevante. Diez años después de haber finalizado la enseñanza secundaria, sólo uno de cada cuatro de estos jóvenes había logrado un nivel profesional más elevado que la media de su edad, y a muchos de ellos, por cierto, les iba bastante peor.
Karen Amold, profesora de pedagogía de la Universidad de Boston y una de las investigadoras que llevó a cabo el seguimiento recién descrito afirma: «creo que hemos descubierto a la gente “cumplidora”, a las personas que saben lo que hay que hacer para tener éxito en el sistema, pero el hecho es que los valedietorians tienen que esforzarse tanto como los demás. Saber que una persona ha logrado graduarse con unas notas excelentes equivale a saber que es sumamente buena o bueno en las pruebas de evaluación académicas, pero no nos dice absolutamente nada en cuanto al modo en que reaccionará ante las vicisitudes que le presente la vidas» . Y éste es precisamente el problema, porque la inteligencia académica no ofrece la menor preparación para la multitud de dificultades —o de oportunidades— a la que deberemos enfrentamos a lo largo de nuestra vida. No obstante, aunque un elevado CI no constituya la menor garantía de prosperidad, prestigio ni felicidad, nuestras escuelas y nuestra cultura, en general, siguen insistiendo en el desarrollo de las habilidades académicas en detrimento de la inteligencia emocional, de ese conjunto de rasgos —que algunos llaman carácter— que tan decisivo resulta para nuestro destino personal.
Al igual que ocurre con la lectura o con las matemáticas, por ejemplo, la Vida emocional constituye un ámbito —que incluye un determinado conjunto de habilidades— que puede dominarse con mayor o menor pericia. Y el grado de dominio que alcance una persona sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por el cual ciertos individuos prosperan en la vida mientras que otros, con un nivel intelectual similar, acaban en un callejón sin salida. La competencia emocional constituye, en suma, una meta-habilidad que determina el grado de destreza que alcanzaremos en el dominio de todas nuestras otras facultades (entre las cuales se incluye el intelecto puro).
Existen, por supuesto, multitud de caminos que conducen al éxito en la vida, y muchos dominios en los que las aptitudes emocionales son extraordinariamente importantes. En una sociedad como la nuestra, que atribuye una importancia cada vez mayor al conocimiento, la habilidad técnica es indudablemente esencial.
Hay un chiste infantil a este respecto que dice que no deberíamos extrañamos si dentro de unos años tenemos que trabajar para quien hoy en día consideramos «tonto». En cualquiera de los casos, en la tercera parte veremos que hasta los «tontos» pueden beneficiarse de la inteligencia emocional para alcanzar una posición laboral privilegiada. Existe una clara evidencia de que las personas emocionalmente desarrolladas, es decir, las personas que gobiernan adecuadamente sus sentimientos, y asimismo saben interpretar y relacionarse efectivamente con los sentimientos de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida, desde el noviazgo y las relaciones íntimas hasta la comprensión de las reglas tácitas que gobiernan el éxito en el seno de una organización. Las personas que han desarrollado adecuadamente las habilidades emocionales suelen sentirse más satisfechas, son más eficaces y más capaces de dominar los hábitos mentales que determinan la productividad. Quienes, por el contrario, no pueden controlar su vida emocional, se debaten en constantes luchas internas que socavan su capacidad de trabajo y les impiden pensar con la suficiente claridad.