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Groucho Marx - Memorias de un amante sarnoso -...docx
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07.09.2019
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La le&on fran&aise

existe un productor de esta ciudad que gana por término medio unos siete mil dólares semanales.

aunque el lector no esté muy fuerte en números, puede figurarse fácilmente a cuánto se elevarán sus impuestos.

este buen señor se casó con una chica que sacó de unos almacenes de “todo a diez centavos”.

con esto no quiero decir que ella tuviera este precio.

lo cierto es que era una moza muy atractiva.

la pareja se instaló en una hermosa finca, con dos costosos coches, dos costosos niños y todos los lujos que pueden comprarse con dinero.

durante los dos primeros años, la chica fue una esposa feliz.

no tuvo que fregar suelos ni lavar pañales.

adornaba la cabecera de la mesa con su presencia, y, cuando había invitados, escuchaba, atentamente las sandeces teatrales que se prodigaban durante el ágape.

en realidad, no hay otra actividad que pueda compararse con la del actor.

apenas existe un hombre, o una mujer, que no ansíe exhibirse en la escena, la pantalla o la tribuna.

el mundo está lleno de exhibicionistas.

yo creo que muchas de las personas que se introducen en la política, lo hacen para encaramarse a una plataforma y permitir que los demás los admiren.

ésta es la causa del éxito de los concursos radiofónicos y televisados.

millares de individuos escriben a las emisoras con la pretensión de aparecer en estos concursos, y, en muchos casos, no es el dinero lo que les interesa.

su principal anhelo es exhibirse ante un auditorio.

como decía un oscuro poeta llamado shakespeare, “el mundo entero es un escenario”, y parece como si cada persona quisiera estar en él, en la parte delantera y en el centro.

pues, bien, la esposa del productor no era una excepción.

como sucede a todas las mujeres, era algo chinche.

cierto día hizo saber a su marido que deseaba entrar en el mundo del cine.

él observó que en hollywood había otras dieciocho mil muchachas, jóvenes y atractivas, ansiosas de triunfar en el cine, y que, sin embargo, también estaban sin trabajo.

—no dudo de que sea cierto, pero ellas no se han casado contigo.

no hay que olvidar que tú eres un personaje en la industria del cine y que podrías abrirme muchas puertas.

—no sé a qué puertas te refieres -dijo él-, pero, ¿por qué este empeño en ser actriz? ¿por qué no te dedicas a la pintura o a la música, o, en última instancia, aprendes uno o dos idiomas? un poco de cultura no te vendría nada mal.

—¡oh, todas esas cosas me aburren!

en cambio, estoy convencida de que tengo talento de actriz, y, ni tú ni nadie me disuadirá de ello.

no era aquella su actitud cuando la sacó de los almacenes de “todo a diez centavos”.

pero el matrimonio ejerce extrañas influencias sobre el pensamiento femenino.

—procúrame cualquier papelito -insistió ella-.

no me importa que no sea de importancia.

cuando me vean en la primera película, lloverán sobre mí los contratos; te apuesto la asignación del mes que viene (que, dicho sea de paso, ya había derrochado).

el productor tenía una porción de amigos y un buen día, al llegar a casa, dijo a su mujer que había conseguido para ella un papel en una película.

se trataba solamente de dos líneas, pero, desgraciadamente, se precisaba una muchacha que supiera decirlas en francés.

—¿qué clase de personaje es? -preguntó excitada-.

¿es algo parecido al papel de elizabeth taylor en “la gata en el tejado de zinc”?

—no; no es eso, exactamente -respondió él-.

se trata de una escena en las naciones unidas, en la que aparecen delegados de ambos sexos procedentes de todo el mundo.

ella estaba sumida en éxtasis.

—supongo que podré aprenderme esas líneas en francés.

¿me darán, entonces, el papel?

—creo que sí.

pero no olvides que se trata sólo de dos líneas.

aunque maldita la falta que le hacía el dinero, sin pérdida de tiempo preguntó:

—¿y cuánto me pagarán?

—dado que es un papel hablado, ganarás doscientos dólares por día de trabajo.

—¡maravilloso! ¡aceptado! -y tomó el teléfono para comunicar la noticia a todas sus amistades.

al día siguiente, apareció en la escuela berlitz, donde contrató una serie de cien lecciones de francés, al precio de mil dólares.

hecho esto, se trasladó a toda prisa a la tienda de discos y compró un sistema completo de enseñanza de lengua francesa.

al salir de allí, corrió a la librería para adquirir las obras completas de sartre, anatole france y balzac, todas en su idioma original.

el rodaje no había de iniciarse hasta pasados dos meses, y, por aquellas fechas, ella había aprendido lo suficiente para elegir menú en un restaurante francés.

finalmente, llegó el día de su gran escena, y la mujer articuló sus dos líneas en francés, con toda la autoridad de de gaulle echando a los argelinos de parís y mandándoles al infierno.

cuando recibió el cheque correspondiente a sus honorarios, descubrió que, tras las deducciones por impuestos y seguros diversos, no le quedaban más que 142 dólares.

su marido, que, como decíamos al principio, estaba hasta la coronilla de tributos, tuvo que pagar el impuesto sobre la renta de los 200 dólares, más los mil de las lecciones.

ella, por su parte, pagó de su pecunio los discos y los libros, y le quedaron 20 dólares limpios.

al pasar la película antes del estreno, se observó que sobraban cuarenta minutos de proyección, de modo que, entre otras, quedó eliminada la escena de las naciones unidas.

la mujer de mi amigo se dedica ahora al yoga.

la moraleja de este episodio es la siguiente: cuando tengas que comprar algo, ve a una tienda de lujo; te saldrá más barato.

8.

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