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Реферат Испанская литература.docx
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El Manierismo

En la segunda mitad del siglo se produce un cambio en el uso de los recursos retóricos y expresivos no sólo por el agotamiento de ellos, sino también por un cambio de actitud frente a la obra de arte. Este cambio se sustancia en:

  1. Un exceso de intelectualismo.

  2. La búsqueda de la complicación consciente y de la dificultad por sí misma; es decir, de un arte para minorías.

El principal representante de esta veta de la lírica renacentista es el sevillano Fernando de Herrera, que suele ser considerado como el término medio entre Garcilaso de la Vega y Góngora.

Conclusión

La introducción del renacimiento en España fue temprana. Aunque las influencias italianas ya se dejaron sentir en el siglo XV, especialmente en torno a la corte napolitana de Alfonso V de Aragón y el magisterio de Lucio Marineo Sículo, Antonio Beccadelli y Lorenzo Valla, no fue hasta el segundo cuarto del siglo XVI que Garcilaso de la Vega y Juan Boscán comienzan, a sugerencia de Andrea Navagero, a adoptar los metros y maneras de la poesía italiana. Inmediatamente comenzó a emerger una pléyade de poetas (entre los que cabe citar a Gutierre de Cetina, Diego Hurtado de Mendoza, posible autor del Lazarillo de Tormes (1554), o Hernando de Acuña) que emularon el camino que había tomado Garcilaso, el llamado «príncipe de los poetas españoles».

En la segunda mitad del siglo XVI las corrientes poéticas toman tres direcciones divergentes. Una evoluciona hacia el manierismo, con Francisco de Aldana (que conoció directamente las sendas de la poesía italiana de este periodo) y Fernando de Herrera, que supuso el eslabón entre la poesía armoniosa de Garcilaso de la Vega y la barroquizante de Luis de Góngora, cuyas primeras obras datan de los años 1580. La otra mira hacia un espiritualismo cristiano, bien en la línea ascética de Fray Luis de León o en las vías místicas exploradas por San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Esta segunda dirección tiene como causa directa la Contrarreforma, que tiene lugar a mediados de siglo. En cuanto a la poesía narrativa, se alcanza un culmen con el poema de épica culta de Alonso de Ercillatitulado La Araucana, que narra la conquista de Chile por los españoles. Una tercera corriente vuelve a los metros tradicionales castellanos y al vivaz octosílabo del tradicional Romancero, revitalizándolo en el llamado Romancero nuevo (Cervantes, Lope de Vega, Góngora....), y por otra parte a la lírica cancioneril en octosílabos del prerrenacimiento a través de las ediciones de Cancioneros como el de Cancionero general de Hernando del Castillo (1511, reimpreso ocho veces más en el siglo XVI).

En el terreno del humanismo destacan dos corrientes; una culta y selecta en latín protagonizada por figuras como Luis Vives, Juan Ginés de Sepúlveda, Hernán Núñez de Toledo, Benito Arias Montano, Francisco Sánchez de las Brozas o Juan de Mariana, entre otros, y otra popularizante de la cultura clásica en castellano protagonizada por el incipiente manierista fray Antonio de Guevara y sus exitosas Epístolas familiares (1539) y personajes más o menos imbuidos de erasmismo como los gemelos Juan y Alfonso de Valdés o Pero Mexía y Luis Zapata, igualmente reimpresos con sus difundidísimmas Silva de varia lección (1540) y Miscelánea (1592) respectivamente. Se suele mencionar como cumbre de la filología española en la época la Biblia políglota complutense, pero se suele olvidar curiosamente las primera y meritísima traducción íntegra, directa y literal desde sus lenguas originales de la Biblia al castellano por el protestante español Cipriano de Valera, la llamada Biblia del oso (1569). Muy importantes son las contribuciones de los cronistas de Indias (Hernán Cortés y sus Cartas de relación; fray Bartolomé de las Casas y su Historia de las Indias (1517); Bernal Díaz del Castillo con su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1575); Álvaro Núñez Cabeza de Vaca; los cronistas de la conquista del Perú Francisco de Jerez, Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro Cieza de León, el Inca Garcilaso de la Vega etc.) el Lazarillo de Tormes, que inicia el género de la novela picaresca consolidado en una obra de transición, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, cuya primera parte ve la luz en 1599. Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes ha sido considerada la primera novela moderna. Publicada en dos partes (1605 y 1615) como una parodia de los libros de caballerías, su alcance es mucho mayor, pues supone el resumen y el fin de los géneros renacentistas y el comienzo de una visión del mundo más compleja y conflictiva.