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27 - El último héroe - Terry Pratchett - tetelx...doc
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07.09.2019
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Vena suspiro.

—Si, las viejas historias todavía se escuchan por ahí, no es cierto? —preguntó ella,

acariciando su cabello gris—. Y soy la Señora de McGarry ahora.

—Si, Yo ya había escuchado que te habías establecido —comentó Cohen, hundiendo el

cucharón dentro del estofado y probándolo—. Casada con un posadero, ¿no? Colgar la espada,

tener hijos...

—Nietos —rectificó la Señora McGarry orgullosamente. Pero entonces, la orgullosa sonrisa

se desvaneció—. Uno de ellos se ha encargado de la posada, pero el otro se dedica a fabricar

papel.

—Regentar una posada es un buen negocio —dijo Cohen—. Pero no hay mucho de heroico en

la venta al mayor. Y un corte con una hoja de papel no es lo mismo —luego, hablando entre

los dientes—. Este es un buen estofado, mujer.

—Es curioso —dijo Vena—. Yo nunca supe que tenia talento, pero la gente viajaba

kilómetros para probar mis bollitos.

—Eso no ha cambiado, entonces —dijo Truckle el Incivilizado—. Jur, jur, jur.

—Truckle —dijo Cohen—, ¿recuerdas cuando me dijiste que te recordara cuando fueras un

poco demasiado incivilizado?

—¿Ajá?

—Este es uno de esos momentos.

—Bueno, de todos modos —siguió la Señora McGarry, sonriendo dulcemente al sonrojado

Truckle—. Yo estaba establecida por la época que Charlie murió, y pensé: bueno, ¿esto es

todo? ¿Sólo me falta esperar al Segador Sonriente? Y entonces... aparecio este pergamino...

—¿Que pergamino? —preguntaron Cohen y Malvado Harry al mismo tiempo. Y luego, se

giraron a mirarse el uno al otro.

—Pues verás —dijo Cohen, buscando dentro de su paquete—. Yo encontré este viejo

pergamino, que contiene un mapa que muestra como llegar a las montañas y todos los

pequeños trucos necesarios para ir pasando...

—Yo también —dijo Harry.

—¡No me lo habías dicho!

—Soy un Señor Oscuro, Cohen —explicó Malvado Harry pacientemente—. No se supone que

sea el Capitán Servicial.

—Por lo menos cuéntame dónde lo encontraste.

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—Oh, en alguna antigua tumba que estaba saqueando...

—Yo encontré el mío en una vieja despensa, por allá en el Imperio —dijo Cohen.

—El mío, lo dejo un viajero vestido de negro —dijo la Señora McGarry.

En el silencio, el trovador dijo:

—¿Em? ¿me disculpáis?

—¿Qué? —dijeron los tres al mismo tiempo.

—¿Soy solo yo —preguntó el trovador— o estamos perdiendo de vista algo?

—¿Como que? —exigió Cohen.

—Bueno, todos esos pergaminos que dicen como llegar a la montaña, ¿un viaje tan peligroso

que nadie antes ha sobrevivido?

—¿Ajá? ¿Y?

—Entonces... em... ¿quien escribió los pergaminos?

Algunos de los dioses del Mundodisco, pasando el tiempo, como suelen hacerlo los dioses.

Entre ellos: Sessifet, diosa de la tarde, Offler el dios con cabeza de cocodrilo. Flatulus (Dios

de los vientos), Destino, Urika (diosa de los saunas, nieve y presentaciones teatrales para

menos de 120 personas), Io el Ciego (Jefe de los dioses y de las tormentas de rayos), Libertina

(Diosa del mar, de las tartas de manzana, ciertos tipos de helado y pequeños trozos de cuerda),

la Dama (ni se te ocurra preguntar), Bíbulos (Dios del vino y cosas en palillos), Patina (atrás,

diosa de la sabiduría), Topaxi (frente, Dios de ciertos tipos de hongos y también dios de las

grandes ideas que uno olvida escribir y nunca recuerda de nuevo, y de la gente que le dice a

otros que “dios” es “perro”11 deletreado de atrás hacia adelante y piensan que eso es

revelatorio de algo importante). Bast (atrás, Dios de las cosas olvidadas en el umbral o medio

digeridas debajo de la cama), y Nuggan (un Dios local, pero también encargado de los clips,

las cosas correctas en el sitio adecuado en los pequeños organizadores de escritorio y el

papeleo innecesario).

Offler el Cocodrilo miró el tablero de juego, que era, de hecho, el mundo.

—Etá bien, ¿a quiédes pertedecen esos? —ceceó—. Aquí tedemos uno intedigente.

Hubo un estiramiento de cuellos general entre las deidades reunidas, y entonces una levanto

su mano.

—¿Y tu edes...? —dijo Offler.

—El todopoderoso Nuggan. Soy adorado en algunas partes de Borogravia. El joven fue

educado en mi fe.

—¿En que creen los Nugganitas?

—Ehh... en mí. Principalmente en mí. A los seguidores les está prohibido comer chocolate,

jengibre, champiñones y ajo.

Varios de los dioses respingaron.

—Cuando tu prohíbes, no fastidias mucho, ¿verdad? —dijo Offler.

—No hay ningún sentido en prohibir el brócoli, ¿o si? Ese tipo de enfoque está pasado de

11 God en ingles significa dios y al revés es Dog, perro (NDR)

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moda —dijo Nuggan. Miro hacia el trovador—. Él nunca ha sido particularmente brillante

hasta ahora. ¿Debo castigarlo? Hay peligro de que haya algo de ajo en ese estofado, la Señora

McGarry parece de ese tipo.

Offler vaciló. El era un dios muy viejo y se había levantado de entre los humeantes pantanos

en tierras calientes y oscuras. Había sobrevivido al alza y caída de dioses mucho mas

modernos y bellos desarrollando, según los estándares de los dioses, una cierta cantidad de

sabiduría.

Por otro lado Nuggan era uno de esos nuevos dioses, todos llenos de fuego de los infiernos,

autoimportancia y ambición. Offler no era brillante, pero tenia ciertos asomos de que para que

un dios tuviera perspectivas de supervivencia a largo plazo, debía ofrecer a sus adoradores

algo mas que la mera falta de rayos y centellas. Y además el sentía una punzada

(completamente impropia de un dios) de simpatía por cualquier humano cuyo dios prohibía el

chocolate y el ajo. De todos modos, Nuggan tenia un mostacho desagradable. ningún dios

tendría ninguna clase de negocios con un bigotito como ese.

—No —dijo, agitando el cubilete de los dados—. Eso aumenta la diversión.

Cohen sacudió la ceniza de su raído cigarro, lo coloco detrás de su oreja y luego se giró a

mirar hacia el hielo verde.

—No es muy tarde para volver atrás —dijo Malvado Harry—. Digo... por si alguien quiere...

—Así es —dijo Cohen, sin mirar alrededor—. De todos modos, alguien no está jugando

limpio.

—Curioso, realmente —dijo Vena—. Toda mi vida me he dedicado a lanzarme a la aventura

basándome en viejos mapas que encontraba en tumbas antiguas y sitios así, y nunca me

preocupé de dónde venían. Es una de esas cosas sobre las que nunca piensas mucho, como por

ejemplo quien dejaba todas las armas y botiquines tirados por ahí en los laberintos y

mazmorras inexploradas.

—Alguien nos ha puesto una trampa —dijo Chico Willie.

—Probablemente. No seria la primera trampa en la que he caído —dijo Cohen.

—Nos estamos levantando en contra de los dioses, Cohen —dijo Harry—. Un hombre que

hace eso es un hombre que debe estar seguro de su suerte.

—La mía ha trabajado perfectamente hasta el momento —dijo Cohen. Se levanto y tocó la

roca que estaba frente a el—. Esta caliente.

—¡Pero si esta cubierta de hielo!— dijo Harry

—Ajá, extraño, ¿verdad? —dijo Cohen—. Es tal como los pergaminos dicen. ¿Y veis como la

nieve se adhiere?. Eso es magia. Bueno... allá vamos...

El Archicanciller Ridcully decidió que la tripulación necesitaba entrenamiento. Ponder

Stibbons señaló que iban a enfrentarse contra lo inesperado, por tanto Ridcully decretó que se

les debía dar un entrenamiento completamente inesperado.

Rincewind, por otro lado, dijo que se estaban dirigiendo hacia una muerte segura, para lo cual,

todo el mundo era capaz de enfrentarse sin ninguna clase de entrenamiento.

Pero mas tarde dijo que el aparato diseñado por Leonardo podría hacerlo. Después de cinco

minutos en él, la muerte parecía una alternativa preferible.

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—Vomitó de nuevo —comentó el Decano.

—Pero está mejorando en vomitar —dijo el Catedrático de Estudios Indefinidos.

—¿Como puedes decir eso? ¡La última vez fueron diez segundos completos antes de que lo

dejara ir!

—Si, pero está vomitando más y, además, le está llegando más lejos —dijo el Catedrático

mientras se alejaba.

El Decano miro hacia arriba. Era bastante difícil ver el aparato volador a través de las sombras

de la barcaza cubierta de lona alquitranada; había sabanas extendidas sobre las partes mas

interesantes. Además había fuertes olores de pegamento y barniz. El bibliotecario, quien

tendía a involucrarse en cuanto proyecto hubiera, estaba colgado tranquilamente de un mástil

y se encontraba martillando clavos a una plancha.

—Habrá globos, créeme —dijo el Decano—. Ya me lo imagino. Globos y velas y aparejos y

cosas así. Probablemente un ancla también. Cosas increíbles.

—Por allí por el Imperio Ágata tienen cometas lo bastante grandes para levantar a un hombre

—dijo el Catedrático.

—Quizás simplemente está construyendo una cometa mas grande, entonces.

En la distancia Leonardo de Quirm se encontraba en medio de un estanque de luz, dibujando.

Ocasionalmente le entregaba una hoja a un aprendiz, quien inmediatamente se marchaba.

—¿Habéis visto el diseño con que salió ayer? —preguntó el Decano—. Tenía la idea de que

probablemente seria necesario salir fuera de la maquina para hacer reparaciones y cosas así.

¡Por tanto diseñó una especie de aparato que le permitía volar alrededor con un dragón atado a

la espalda! ¡Dijo que era para emergencias!

—¿Que clase de emergencia puede ser peor que tener un dragón amarrado a la espalda? —

preguntó el Catedrático de Estudios Indefinidos.

—¡Exactamente! ¡Ese hombre vive en una torre de marfil!

—¿Lo hace? Yo pensé que Vetinari lo tenia encerrado en un ático por ahí.

—Bueno, yo digo que dedicarse a eso todo el tiempo, termina dejándolo a uno con muy mala

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