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27 - El último héroe - Terry Pratchett - tetelx...doc
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07.09.2019
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Vecinas que tienen gran cantidad de imaginación y, por consiguiente, dioses suficientes,

supersticiones e ideas sobre cuán buena sería la vida si tuvieran un terreno de caza mayor.

De los eventos en la luna de ese día, los N'tuitif dijeron: “La luna fue brillantemente iluminada

y de ella se elevó otra luz que entonces se dividió en tres luces y entonces se desvaneció.

Nosotros no sabemos por qué sucedió esto. Fue simplemente una cosa”.

Fueron aniquilados por una tribu cercana que supo que las luces habían sido un signo del dios

Ukli para extender el terreno de caza un poco más. Sin embargo, esta tribu fue pronto

aniquilada por una tribu que supo que las luces eran sus antepasadas que vivían en la luna y

quienes estaba instándoles a que mataran a todos los no creyentes en la diosa Glipzo. Tres

años después fueron muertos a su vez por una roca que cayó del cielo, como resultado de una

estrella que explotó hace un billón de años.

Lo que va, regresa. Si no se examina de cerca, puede pasar por justicia.

En la tembloroso, traqueteante Cometa, Rincewind miró las dos últimas jaulas de los dragones

13 Nota del Traductor: “Los Intuitivos”.

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caer de las alas. Dieron volteretas por un momento, se rompieron, y cayeron lejos.

Miró fijamente las palancas de nuevo. Alguien, pensó distraídamente, realmente debería estar

haciendo algo con ellas, ¿o no?

Los dragones giraron por el cielo. Ahora que estaban libres de las vainas, tenían prisa por

llegar a casa.

Los magos habían creado los Interesantes Lentes de Thurlow sobre la cubierta. La proyección

era bastante impresionante.

—Mejor que los fuegos artificiales —observó el Decano. Ponder golpeaba ruidosamente el

omniscopio—. Hey, todos, ahora funciona —dijo—, pero todo lo que puedo ver es esta gran...

—Pudieron ver algo más de la cara de Rincewind que una nariz gigantesca cuando el mago se

echó hacia atrás.

—¿De qué palancas debo tirar? ¿De qué palancas tiro? —gritó—. ¿Qué he de hacer?

—¡Leonardo está todavía inconsciente y el Bibliotecario está sacando a Zanahoria de toda esa

chatarra y esta es definitivamente una situación difícil! ¡No nos queda ningún dragón! ¿Para

qué son todos estos diales? ¡Yo creo que estamos cayéndonos! ¿Qué he de hacer?

—¿No has mirado cómo lo hacía Leonardo?

—Tenía los pies en dos pedales y empuba todas las palancas todo el rato!

—¡Bien, bien, veré si puedo entender qué has de hacer a partir de los planos y te lo dejo caer!

—¡No! ¡Nada de caer, ascender! ¡Arriba es donde queremos estar! ¡No abajo!

—¿Está marcada alguna de las palancas? —preguntó Ponder, forcejeando con los bocetos de

Leonardo—. ¡Sí, pero no las entiendo! ¡Hay una que pone “Ratroba”!

Ponder examinó las páginas, cubiertas con la escritura al revés de Leonardo.

—Eh... el eh... —murmuró.

No tire de la palanca que pone “Ratroba”! —estalló Lord Vetinari, inclinándose hacia

adelante.

—¡Mi señor! —dijo Ponder, y se puso rojo cuando la mirada de Lord Vetinari cayó en él—.

Lo siento, mi señor, pero esto es bastante técnico, es acerca de la maquinaria., y sería quizás

bueno que aquéllos cuya educación ha sido más en el campo de las artes no hicieran...

Su voz enmudeció bajo la mirada del Patricio.

—¡Esta otra tiene una etiqueta normal! Se llama “el Labrador de Príncipe Haran”! — dijo una

voz desesperada desde el omniscopio.

Lord Vetinari le dio unas palmaditas a Ponder Stibbons en el hombro.

—Realmente le entiendo —dijo—. La última cosa que una persona especializada en

maquinaria quiere en un momento así es el bienintencionado consejo de las personas

ignorantes. Me disculpo. ¿Y qué es lo que usted piensa hacer?

—Bien yo, eh, yo.. .

—Mientras la Cometa y todo nuestras esperanzas se desploman, quiero decir —siguió Lord

Vetinari.

—Yo, eh, yo, veamos, hemos intentado...

Ponder miraba fijamente al omniscopio, y a sus notas. Su mente se había vuelto un campo

grande, blanco, pegajoso de pelusa caliente.

—Imagino que disponemos de un minuto por lo menos —dijo Lord Vetinari—. No hay prisa.

—Yo, eh, quizás nosotros, eh...

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El Patricio se inclinó sobre el omniscopio.

—Rincewind, tire del “Labrador del Príncipe Haran” —dijo.

—No sabemos lo que hace... —empezó Ponder.

—Dígame si usted tiene una mejor idea —dijo Lord Vetinari—. Entretanto, yo sugiero que se

tire de la palanca.

En la Cometa. Rincewind decidió responder a la voz de autoridad.

—Eh... hay muchos chasquidos y zumbidos... —informó—. Y... algunas de las palancas se

están moviendo solas... ahora las alas están desplegando... estamos algo así como volando en

línea recta, por lo menos... bastante suavemente, realmente...

—Bueno. Yo sugiero que usted se dedique a despertar a Leonardo —dijo el Patricio. Se

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