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La Celestina

La Celestina tuvo un éxito de publico extraordinario desde su primera aparición, por lo que se conservan bastantes ejemplares que proceden de primeras ediciones antiguas. El texto de estas ediciones no es el mismo, ya que el autor cambió la obra. La primera edición y más antigua de las conservadas se imprimió en Burgos, por Fadrique de Basilea en 1499, y consta de dieciséis actos con el título de "Comedia de Calisto y Melibea". Hubo después varias ediciones de Toledo, Valencia y Salamanca (1500).

Estos libros tienen en común el título, que constan de dieciséis actos, que incluye una carta del autor a un amigo en el que le dice que se ha encontrado un texto anónimo y que como le ha gustado mucho ha decidido reunirlo todo en un acto —el primero— y concluir la obra. Entre 1502 y 1507 aparecieron muchas ediciones ampliadas y con el título de "Tragicomedia de Calisto y Melibea", y también "El libro de Calisto y Melibea y de la puta vieja Celestina", en Sevilla, Toledo, Salamanca y Zaragoza; ésta, de 1507, es la más antigua que se conserva de la Tragicomedia, que tiene cinco actos nuevos entre el XIV y el XV de la Comedia, y terminó al fin con veintiún actos.

Realmente no se sabe si Rojas escribió esta obra, pero, aunque no se tenga una gran información sobre él, se sabe que nació en la Puebla de Montalbán (Toledo) sobre 1470 en una familia acomodada de judíos conversos. Lo que sí está claro, y lo afirma en la unas cartas que acompañaban a la obra, es que le llegó una primera parte escrita, y al gustarle tanto, decidió continuar la obra. Puede que Rojas no alcanzara el título de bachiller, pero estudió leyes en la Universidad de Salamanca. También fue alcalde varias veces de Talavera de la Reina, donde se casó y vivió. Se sabe que tenía una gran biblioteca de libros jurídicos y profanos, entre ellos, muchos históricos, enciclopédicos e incluso la obra del poeta italiano Petrarca; de estas lecturas proceden las abundantes referencias a libros clásicos que, a partir del acto segundo de "La Celestina", aparecen en la obra. Murió en 1541 en Talavera de la Reina.

El Teatro del siglo XVI

El teatro evoluciona de forma notable durante el siglo XVI, si bien se mantiene la oposición básica entre las vertientes religiosa y profana.

El teatro religioso continúa la tradición litúrgica ligada a las festividades de Navidad, Pascua y Corpus Christi. Se halla representado hacia esta época por el Códice de Autos Viejos, y por una serie de derivaciones del tema de la Danza de la Muerte, entre las que se encuentra el Auto de las Cortes de la Muerte, de Micael de Carvajal; ejemplo, todo ello, de la supervivencia que alcanzan los géneros medievales en el Renacimiento español.

El “Códice de Autos Viejos”. Está integrado por noventa y seis producciones dramáticas que perpetúan diversas formas del teatro litúrgico medieval. Hay, por ejemplo, piezas de tipo historial (sobre los ciclio del Nacimiento y Pasión, sobre temas del Antiguo Testamento, sobre vidas de Santos); otras tienen carácter alegórico y enlazan con lo que será más tarde el “auto sacramental”. Destinadas probablemente a su representación en las iglesias, ofrecen escaso interés. La introducción de personajes rústicos, como el pastor o el “bobo” - precedente de la figura del “gracioso” del teatro nacional posterior - indica el carácter popular de estas obras.

El Tema de la Danza de la Muerte.- acumula los más diversos elementos - sátira social y religiosa, crítica antieclesiástica, escenas populares, efectismos escénicos - en torno al tema tradicional. La obra tuvo un gran éxito en la época de Felipe II; más interesante es, no obstante, su delicada y poética tragedia Josefina (1535), sobre el José de la Biblia.

Mayor interés ofrece la dramaturgia profana, en la que cabe distinguir tres modalidades principales:

-Teatro cortesano: representado en los salones nobiliarios; entre sus cultivadores destaca Torres Naharro (1485-1520) que en algunas piezas de su Propalladia introduce temas atrevidos, como la vida de los soldados en Roma, la pícara existencia de los criados de un cardenal y diversas costumbres urbanas, presididas por el tema amoroso.