Добавил:
Upload Опубликованный материал нарушает ваши авторские права? Сообщите нам.
Вуз: Предмет: Файл:

Africa.versus.America

.pdf
Скачиваний:
44
Добавлен:
21.02.2016
Размер:
2.25 Mб
Скачать

120 hombres, a la espera de pobladores. Alterados los indios "en ver tomar posesión en su tierra", las dos barcas que mandó Colón río arriba[49], fueron atacadas. Dejaron un superviviente, para que lo contase[50].

El desaguisado pudo ser respuesta a desafuero, cometido por Bartolomé Colón. Habiendo capturado canoa "con muchas cosas y gente", los castellanos se quedaron con el indio Yunbera[51]. Llamado igual que el de Guanasa, era señor local, según el piloto Gonzalo Díaz[52]. Juan Moreno lo describe como "un viejo cano". Es probable que los regalos ofrecidos a los Colones, tuviesen, por segunda vez, carácter de rescate[53]. La captura, seguida de bautismo, excitó el mal humor de los aborígenes. Comprendiendo el mensaje, Colón "se levantó" del río[54]. Costa abajo pasó la barra del Belén[55], entrando en Puerto Gordo, antes llamado Xebra, poniendo la Gallega "a monte"[56]. Cambiante la estación y el nivel del río, el barco quedó en la ensenada, pues "no lo pudo sacar", al bajar las aguas[57]. En 1510, Bartolomé del Caso, poblador de Nicuesa en el río Veragua, navegaba con Diego Martín de Cabrera[58], que "tenia mucha noticia de la tierra y les decía a los que allí yvan, los nombres de los ríos y los puertos". Al entrar en Belén reconoció la Gallega, en el "costado" de navío abandonado. Sacaron el ancla[59], para llevarla a la nueva población.

La Vizcaína se anegó en "Bel Puerto", por culpa de la broma[60], naufragio que olvidaron su piloto, capitán y contramaestre[61]. Mermada la armadilla, estuvieron en el "Río Lagartos"[62], bajando "hasta juntar con el Darién"[63]. En Retrete[64], rada pequeña, entre peñas, a 10 leguas del golfo de Uraba, los marineros descubrieron "señales" de haber estado Colón[65]. Quiso el Almirante detenerse, pero los naturales se le vinieron encima. Hubo muertos entre los castellanos y se refugiaron en islas bajas y despobladas, que estaban a una legua de la costa, a 13º y 1/2 grados de latitud. El Almirante las llamó Barvas[66]. Según otros fueron de "Velpuerto", a la isla de Cetiba. La versión oficial les hace regresar de Retrete a Veragua, aparcándoles en el río durante cuatro meses, a la espera de que cesasen las lluvias. La crecida les sacó a la mar bruscamente, volviendo Colón al fondeadero. Terminado "el invierno", salieron con las quillas rozando el limo de la barra, porque acabadas las lluvias, bajó el caudal.

Al decir de los presentes, estando en Retrete o las Barvas, que en esto no hay acuerdo, agotada la despensa, desfallecidos los tripulantes, Colón renunció a "pasar adelante"[67], puntualizando Moreno que a 30 leguas del Darién, "se volvieron, porque los navíos hacían mucho agua. y se les iban al fondo"[68]. Lo confirma Pedro Coronel: "se despidieron de Tierra Firme", porque los navíos "no se podían sostener, que se les anegaban de broma", cruzando el Caribe con tres bombas achicando, por carabela[69]. El piloto Gonzalo Díaz, redunda en la emergencia: creyó que "iba a la Española, porque los navíos iban mal acondicionados y tenían necesidad de repararlos y así vinieron a reconocer Cuba y fueron a Jamaica"[70]. No parece que los tripulantes se alarmasen a la ida, pero el pánico cundió a la vuelta, con razón sobrada. Se alargaron tanto al "norueste", que algunos se creyeron en Paria. Y otros "que volvían a Castilla, pensando que dejaban la Española a popa"[71]. Sintiéndose perdidos "y que no podrían volver"[72], "se alborotaban y hacían monipodios", opinando que debían ir a San Juan, porque "los navíos no venían buenos"[73]. Tanto se alargó la travesía, que al ver la primera isla, hubo quien se creyó en España[74].

Costeada Cuba, fondearon en Jamaica, por julio de 1503, creyendo que "encavalgaban" la Española, terminando el viaje, porque "se partieron los navíos". Según la historia ortodoxa, Gonzalo Camacho viajó a Santo Domingo en una nao, en busca de socorros[75]. El escribano de Moguer, Alonso Pardo, que estuvo en la Española, en 1504, vio llegar a Diego Mendes, mayordomo de Colón, agotado tras recorrer 40 leguas, en canoa tripulada por indios. Traía carta para Nicolás de Ovando, pidiendo carabela del rey y una segunda, comprada a cuenta del Almirante, que les sacasen de la ratonera de Jamaica, donde estaban enfermos, sin comida, rodeados de indios hostiles y peleados entre sí[76]. Recibido el transporte, los Colones arribaron a la isla[77], pasados tres años de su partida[78]. Bien atendidos por el comendador, Miguel del Toro recordaba cena en su casa[79], durante la cual Ovando ordenó al tesorero, librar 4.000 pesos a Colón, a cuenta de su décima[80], para pagar el pasaje a Castilla. En aquel viaje, los marineros observaron que el Almirante buscaba "un estrecho, que pasase del norte al mediodía"[81], "mar en medio" o "pasaje al otro mar"[82], del Sur o Pacífico, lo cual indica que estaba sobradamente descubierto. Corrió que iban a "la Especiería e nunca la fallaron"[83]. Adicionando fines, Martín de Arriera, tonelero de Sevilla, comenta: "fueron en busca de un estrecho, donde decía Colón que había en Especiería y fueron a dar en Veragua, que es tierra firme"[84].

Contradictorias las declaraciones, los oidores preguntaron si Colón "hizo otro viaje de occidente a oriente", partiendo de "las postreras islas occidentales, que dicen de los Guanajes", para seguir la costa "hacia oriente, hasta el Cabo de Honduras y de Gracias a Dios[85], llegando al Puerto de Retrete". Y alguno aventuró que pasaron "de costa a costa, mar adelante", de "Maya que es en la Tierra Firme", a Paria, lo cual se deduce de la declaración de Baltasar Calvo. Recordaba que de Çerabaro, siguieron a "una costa a la larga, hazia la una banda de la mar, después de pasada la isla Española e la isla que dicen Haheto", dando en Paria. Solemne la metedura de pata, los jueces le hicieron rectificar. Acabó confesando no saber dónde estaba la provincia, "que dizen Paria, ni estuvo en ella". Habiendo oído que "es donde están las perlas", aseguró no haberlas visto durante el viaje, pero al ser suelto de lengua, volvió a errar, recordando escala en Carabaro, rescate conocido, en el "camino" de España[86]. Según Pedro Anríquez, estuvieron "3 años por allá", haciendo revelación sorprendente: "sabe que en cinco veces que Colón fue a descubrir", siempre encontró tierra nueva[87].

Según Ledesma descubrieron de "Guanasa fasta las dichas islas que dicen Barvas", negando haber reconocido "el Darién, ni Veragua, ni allegó a ello, porque este testigo... no se quitó" de la compañía" del Almirante[88]. Noya reduce el " descubrimiento" a las 25 leguas, que separaban Guanasa del puerto de Retrete, al estar el resto "registrado", insistiendo los pocos testigos directos, que vivían en 1536, en 200 leguas descubiertas, a oriente de Veragua[89], por la costa del Cacique Oreja, que Juan Quexo llama Castilla del Oro[90], prolongando Moreno el viaje, hasta las 800 leguas[91]. Ambrosio Sánchez, que fue en la nao de su padre, habló de parón de tres meses en el río y de 9 a 10 costeando, hasta más allá de las 120 leguas[92]. El fraile mercedario Francisco de Bobadilla, hablando de oídas, sintetizó diferentes viajes en uno: Colón navegó el Mar del Norte y la costa de Tierra Firme, desde el río Marañón hasta el río Chagres o de los Lagartos, "que es encima de Veragua"[93].

En el otoño de 1504, el "descubridor" entró en Sevilla, tropezando con la Casa de la

Contratación[94], vuelta de tuerca que acabó con el gremio de mercaderes andaluces, en menos de un siglo. Al ver que le negaban, en la práctica, lo concedido en teoría, comprendió que su caída era definitiva. Intuyendo que el acto de "descubrir", perdía actualidad, cambió de léxico, silenciando el mérito de haber encontrado tierra ignota, para presumir de haber puesto de moda un continente. Si en tiempos no había quien quisiese ir a Indias, ni aun con sueldo y "omecillo", los viajes del "descubrimiento" le dieron tal publicidad, que "hasta los sastres" se metieron a descubridores. Pero el éxito no compensó su fracaso, como hombre de guerra. Incapaz de conquistar a golpe de lombarda, en el interrogatorio de 1515, se alude a su debilidad: "si saben que en vida de Colón y otros armadores.., pelearon" con los indios, recibiendo "muy grande daño e no los pudieron sojuzgar", siendo "cobrada" Tierra Firme por "fuerza de armas" y por terceros, mandados por "sus altezas"[95]. Los pocos que respondieron a la pregunta, "oyeron decir" que habiendo sido dotado de medios, para rematar la conquista, el Almirante no supo emplearlos. Vieron "ir a armadores a Tierra Firme, con gente" para hacer la guerra, supuesto que admite el propio Diego Colón: habiendo recibido "muy gran daño" de los Indios, su padre no pudo "sojuzgar Tierra Firme". Juan Calvo, vecino de Palos, adscrito a contingente reclutado por el obispo Juan de Fonseca, a sueldo de la Casa de la Contratación, "para "ayudar a poblar en la Tierra Firme, en el puerto de la Isabela, de la dicha Isla Española", llegó antes de que se hubiese "ganado". Habiendo visto morir "mucha gente", en escaramuzas sucesivas, opinaba que la repatriación de Colón, tras el tercer viaje, tuvo relación con su incapacidad para la guerra, viniendo después "mucha gente armada", que sojuzgó la tierra[96]. Muerta Isabel en Medina del Campo, en 1504, Colón quedó arrumbado. Reducida su existencia a ciertas cartas, que le atribuyen, de ser de su mano la que menciona a Vespucio, habríamos de declararle adelantado en el uso de una caligrafía, que se introdujo en el ámbito de lo privado, reinando Felipe II[97]. En 1506, a punto de llegar la reina Juana, Fernando le llamó a Valladolid. Murió en esta ciudad, siendo igualmente avanzado, en la redacción de sus últimas voluntades, pues llama "testamentarios", a los que se conocían por "albaceas". Depositado el cuerpo en el convento de San Francisco, Cieza de León asistió al traslado, en 1513, recordando que los restos se inhumaron en la Cartuja de Sevilla, concretamente en la capilla de los Lujanes, compartiendo el sepulcro principal, con un primer inquilino.

En la vorágine de la Desamortización, que marcó el siglo XIX, el cenobio fue adquirido para instalar fábrica de cerámica. En plena fiebre de la higiene, se desahuciaron los huesos en presencia, no sabemos si con destino a cementerio o al muladar más cercano. Se preparaba la exposición sevillana de 1929, primer real intento de crear una Comonwelth a la española, cuando se echaron en falta los restos del descubridor. Declarados indispensables, se les hizo viajar en el siglo XVI, en los baúles de una Toledo, necrofílica y mal documentada, para darles sepultura en catedral antillana. Se los disputaron las de Santo Domingo y la Habana, ganando la primera. Exhumados los de notables anónimos, enterrados en el presbiterio, se procedió a solemne repatriación, con destino al anacrónico mausoleo, incrustado en la catedral de Sevilla. Embalados sin profesionalidad, los que asistieron al acto restringido y solemne, de la apertura del ataúd, observaron que sobraban tibias, faltando menudencias. Sembrada la duda, la verdadera tumba de Colón se sumó a las interrogantes, que prestan al infundio el halo de misterio, indispensable al investigador incapaz de investigar, que busca renombre y hasta lo encuentra, elucubrando en el vacío.

Fue 1506 un año agitado. Pretendiendo varón, que deshiciese la unión de Aragón y Castilla, Fernando casó con Germana de Foix[98], mientras Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solis, cerraban el ciclo de los descubrimientos colombinos, con el "alto viaje". Saliendo de Palos "por mandato de S.A.", se dirigieron a "sotavento" de Isabela. Rebasada Guanasa, tocaron en la costa de Camarona[99]. "Adelante" de Veragua, visitaron "todo lo que hasta oy está descubierto, en lo que Colón no tocó", por la tierra de Chabaca y Pintigua. Bautizaron gran bahía con el nombre de Navidad[100], vieron las sierras de Carya y "otras tierras más adelante", hasta los 23 ½º[101], terminando de unir el rosario de islas, que en los viejos planisferios jalonan el poniente. En vida de Colón y en los años que siguieron a su muerte, abundaron los viajes a Indias, sin licencia ni intención de descubrir, aprovechando los mejor relacionados, para adjudicarse hallazgos. Juan Bermúdez bautizó la Bermuda[102]. Y el paleño Alamillos se apuntó, lícitamente, el imperio mejicano, aportando "señales de la tierra"[103]. Pasó a la historia como humilde piloto de Cortés, conquistador de lo que jamás hubiese encontrado un extremeño, ayuno en las cosas de la mar.

García Cansino descubrió en Tierra Firme. Llamado a declarar, confesó que habiendo sido tantos los descubridores, no conservaba la memoria: "si el obispo Juan de Fonseca fuese vivo", podría dar cuenta de sus nombres y la parte que tocaba a cada uno[104]

, pues los despachaba y repartía la tierra, pero a su muerte siguió la pérdida de sus libros, borrando el pasado. Un Juan Díez trajo tierra dibujada, que se incluyó en el padrón real, absteniéndose de descubrir Antón Quintero y Cristóbal Serrano. Profesionales del continente, sabían por experiencia que América era una isla inmensa, jalonada de islas menores, cuyos propietarios fueron los naturales. Con el paso del tiempo, los descubridores se desdibujaron, creciendo la figura de Colón y unos "conquistadores", ayunos en la ciencia de la mar. Confundido, el onubense Gonzalo Martín, incluyó a Pedro Alonso Niño entre los navegantes menores, sin relacionarlo con Colón[105].

[1]De 1492 a 1496 sirvió en la conquista de Canarias con Alonso de Lugo. SRGS VII.1496.33.

[2]P.C. T. I.

[3]P.C. T I.

[4]P.C. T. IV.

[5]Ibídem.

[6]P.C. T. I.

[7]P.C. T. III.

[8]P.C. T. IV.

[9]P.C. T. III.

[10]P.C. T. IV.

[11]Bernáldez cap. CXXXI. Bartolomé de Las Casas. Pleitos Colombinos. Varios.

[12]Entre Cayena y el Cabo de Orange.

[13]P.C. T. IV.

[14]Beata, puerto al sur de la Española. El Comendador de Lares fue Nicolás de Ovando, sucesor de Bobadilla, que lo era de Calatrava.

[15]P.C. T. IV.

[16]P.C. T. III.

[17]Ibídem.

[18]P.C. T. IV.

[19]Bernáldez cap. CXXXI. Amplían información Las Casas y testimonios de los Pleitos Colombinos.

[20]P.C. T. III.

[21]P.C. T. IV. T. III.

[22]P.C. T. III. T. IV. Alonso de Chaves sitúa Caxinas en la Costa de Honduras, a 13º 1/2 grados, 4 leguas al norte Puerto Real. Al sur de la "furna", "redonda y llena de isletas y bajos", había un Puerto Cartago a 14º. En 1470 Anselmo y Juan Adorno, supuestos peregrinos a Tierra Santa, estuvieron entre el "Monte Gimbal" y el cabo de Cartago: "es aquí donde el mar es más profundo y se ve más frecuentado por navíos de piratas". Tropezaron con fusta morisca. No desembarcaron, porque "los moros no permiten a los cristianos entrar en Cartago, sin autorización del rey". ("Esclavos y sirvientes en las sociedades mediterráneas durante la Edad Media". Jacques Heers).

[23]P.C. T. IV. Chaves describe Maya como puerto pequeño, al abrigo de brisas, situándolo al sur de Cuba.

[24]P.C. T. III.

[25]Ibídem.

[26]Ibídem.

[27]Ibídem.

[28]P.C. T. IV.

[29]Ibídem.

[30]P.C. T. VIII. Çerabaro aparece en la costa de Nombre de Dios a 9º 2/3, en "la boca" de bahía, 8 leguas al oeste de Veragua.

[31]P.C. T. IV.

[32]Alonso de Chaves sitúa los Guanajes en Honduras, a 16º. Al fondo del golfo.

[33]P.C. T. VIII.

[34]P.C. T. III.

[35]Catayo es para Madeville, lo que Çipango para el cardenal bibliotecario de Inocencio VII: la tierra del oro. La Sierra de Cariay estaba a 23º 1/2. Chaves menciona un Caray a diez grados dos tercios, 40 leguas al sur de Gracias a Dios.

[36]P.C. T. IV.

[37]P.C. T. III. T. IV.

[38]P.C. T. VIII.

[39]P.C. T. IV.

[40]Ibídem.

[41]P.C. T. IV. Chaves sitúa el río Veragua a 9º 2/3, en la costa de Nombre de Dios, 28 leguas al oeste del Rio Lagartos. Se identifica con el Chagres.

[42]P.C. T. III. T. VIII.

[43]P.C. T. III.

[44]P.C. T. VIII.

[45]P.C. T. VIII.

[46]P.C. T. III.

[47]Ibídem.

[48]Ibídem.

[49]P.C. T. IV.

[50]Ibídem.

[51]Ibídem.

[52]P.C. T. III.

[53]Ibídem.

[54]P.C. T. IV.

[55]Alonso de Chaves sitúa el río Belén en la costa de Nombre de Dios, a 9º 2/3, 4 leguas al oeste del Veragua y a 22 del Río Lagartos.

[56]P.C. T. IV. T. VIII El testigo Pedro Anríquez (T. III), menciona Isla Gorda entre las del Caribe. Pero no Puerto Gordo.

[57]P.C. T. VIII.

[58]Un Diego de Cabrera fue factor de Inés de Peraza en 1496 (R.A. doc. XXVII. P.C. T. IV. Probanzas de Santo Domingo de 1512, de Puerto Rico, año de 1514 y otras, se refieren al tema).

[59]P.C. T. VIII.

[60]P.C. T. IV. T. VIII. Chaves sitúa Puerto Belo a 9º 2/3 grados, a 10 leguas de Nombre de Dios.

[61]P.C. T. III.

[62]El río Lagartos aparece a 9º 2/3, en la "boca" de una bahía.

[63]P.C. T. VIII.

[64]Ibídem.

[65]P.C. T.III. Probanza de Puerto Rico, año de 1512 y 1514. Probanza de Moguer año 1515.

[66]P.C. T. IV.

[67]P.C. T. IV.

[68]P.C. T. III.

[69]P.C. T. IV.

[70]P.C. T. III.

[71]Ibídem.

[72]Ibídem.

[73]P.C. T. IV.

[74]P.C. T. III.

[75]Ibídem.

[76]Ibídem.

[77]Ibídem.

[78]P.C. T. VIII.

[79]P.C. T. III.

[80]P.C. T. VIII.

[81]Ibídem.

[82]P.C. T. III.

[83]P.C. T. VIII.

[84]Ibídem.

[85]Chaves sitúa el Puerto de Bastimentos a 9º 2/3, entre Nombre de Dios y Portobelo.

[86]P.C. T. III.

[87]Ibídem.

[88]P.C. T. IV.

[89]P.C. T. III.

[90]P.C. T. VIII.

[91]P.C. T. III.

[92]Ibídem.

[93]P.C. T. VIII.

[94]Bernáldez cap. CXXXI. Bartolomé de Las Casas y en los Pleitos Colombinos, hay referencias.

[95]P. C. T. IV.

[96]Bernáldez cap. CXXXI. Diario y cartas de Colón. Atribuido de Bartolomé de Las Casas. P.C. T. VIII. T. IV.

[97]Archivo de Indias. Cartas de Colón.

[98]Hija de Juan de Foix, que lo era del Conde Gastón y de la reina de Navarra, Leonor, medio hermana de Fernando y de Madama María de Orleans. De este matrimonio nació un varón, que murió niño.

[99]Chaves y otros autores hablan de bajos, que se extendían 50 leguas, partiendo de Cabo Camarón, en la costa de Honduras, para terminar en la bahía de Cartago. Entre los cayos y tierra firme, podían pasar navíos pequeños ("Historia de las Américas", coordinador Luis Navarro V Centenario 1991). Cabo Camarón, a 16º, estaba a 30 leguas del golfo de Honduras.

[100]Como casi todos los topónimos problemáticos, Chaves ubica Puerto Navidad en la Isla Española, a 20 1/3º.

[101]Bernáldez cap. CXXXI. Refrenda Las Casas y testigos de Diego Colón.

[102]P.C. T. VIII.

[103]Ibídem.

[104]Ibídem.

[105]Ibídem.

La regularización del comercio

Fracasado el intento de centralizar el tráfico de la Berbería, Indias y Canarias, en la bahía de Cádiz, fondeadero peligroso con levante y poniente, a más de alejado de los mercados interiores, los Católicos copiaron el modelo portugués, de la "Casa da Mina", creando la

"Casa de Indias", en Sevilla, que más tarde se llamaría de "la Contratación". Firmada la provisión en Alcalá de Henares, el 14 de enero de 1503, cuanto fuese o viniese de tierras, donde los monarcas tuviesen el quinto, transitaría por la institución, salvo presas hechas en la mar y naufragios, por pertenecer el quinto al Almirantazgo Mayor de Castilla. A través de la "Casa", que "por nuestro mandado se ha de hacer", se canalizó el tráfico de la fortaleza de Santa Cruz, la Mar Pequeña, "otras cualesquier partes de la Berbería" o Africa, Canarias, Islas de Indias, Cabo de Aguer y la ciudad de Tagaoz[1], no siendo mencionada Tierra Firme, por estar incluida en sus partes.

Como antaño los receptores de Guinea, expedirían licencias para comerciar, registrando las mercancías de salida y entrada, recaudando el quinto y repartiendo la "avería". Al participar la corona en el beneficio, pero no en el gasto, se repartía a tenor del valor estimado, a la

exportación e importación privada, el costo de armadas, flotas, barcos de avisos, guarda de rutas y costas, descubrimientos, conquistas y fundación de poblaciones, a más de los que generase la institución, incluidos salarios. Bajo autoridad de los oficiales cuanto tocase a la navegación, ejecutarían embargos de navíos, pertrechos, vituallas y tripulantes, cuando los reyes lo ordenasen. En los territorios, sometidos a su jurisdicción, recaudaban parias y otros impuestos, organizaban factorías y rescates, negociaban arriendos, fundaban poblaciones, ordenaban conquistas, guerras de represalia y el tráfico de esclavos[2].

Dotados los Católicos de visión a corto plazo, no alcanzaron a comprender que cargar al comercio, con el costo de la conquista, conservación y explotación de Indias, daría al traste con el gremio de Sevilla. Los que hasta entonces navegaron al amparo de seguros privados, sin pagar más "avería" que la propia y las esporádicas, decretadas por la corona en situación especial, siendo su principal sobresalto los embargos, a partir de 1503 navegaron con margen beneficiario tan estrecho, que al menor incidente, desaparecían firmas solventes. Si en los principios del reinado de Felipe II, que impuso el sistema de flotas, se rechazaban navíos, por rebasar los que acudían la treintena por flota, a finales de siglo hubo año en que conseguir 14 velas, para las dos flotas, no fue sencillo, salvando la situación los "peruleros" o mercaderes oriundos de Indias, que compraban en Sevilla, para vender en su tierra. El origen de los galeones del oro, fletados por la corona, está en la quiebra del comercio español.

Integraron la primera cúpula de la Contratación, el doctor Sancho de Matienço, canónigo de Sevilla, nombrado tesorero; el jurado y fiel ejecutor Francisco Pinelo, desempeñó la función de factor, Ximeno de Briviesca, contador de la Armada de Indias, que fue lugarteniente, sumándose un escribano. Proyectado construir almacenes para las mercancías, "que se hubiesen de llevar" a las "islas, que se avían descubierto o se descubriesen y traer dellas", los reyes indicaron ubicación, en "las inmediaciones" de las Atarazanas de Sevilla, "a la parte que pareciese más conveniente"[3]. Por carta de 18 de marzo, los responsables de la Casa, replicaron que en torno a las dos Atarazanas sobraba suelo, porque se anegaba a la menor avenida. Conveniente evitar la pérdida de cuanto se almacenase, aconsejaron construir "a espaldas del Alcázar viejo", aprovechando el "cuerpo que disen de los Almirantes", donde no llegaba el agua. Quisieron los reyes hacer barcos para la Contratación, desaconsejándolo los oficiales: "habiendo en estos reinos grande abundancia de navíos"[4], en contra de la opinión de Palencia, que los supone escasos, sería más conveniente arrendarlos, por vía de embargo, "porque los mareantes no tratarán tan bien" lo ajeno, como lo propio, siendo de prever que dilapidasen bastimentos y pertrechos, prolongando los viajes sin remedio, por sobrar disculpas en la mar, para justificar retrasos[5].

Organizar el trato y rescates "en la tierra que descubrió Bastidas", las islas de las perlas y "las que agora descobrirá el almirante don Cristóbal", no planteaba problema. Pero de Santa Cruz, la Mar Pequeña, Cabo de Aguer y la Berbería, "no avemos alcançado bastante ynformación", al haber estado suspendido el trato. Esperaban que les informase el gobernador de Gran Canaria, Antonio de Torres, que venía de camino, pero se perdió con su barco, a la entrada de Cádiz[6]. Supieron que criado del difunto, residente en Santa Cruz, recibió paños, latas y "esbordates", para "proveer y esperimentar el trato", pero no sabían su nombre, ni dónde tenía los rescates, siendo una incógnita los gustos de la clientela, ya que sólo se llevaba cebada

"y algunos otros mantenimientos". Intentaban ponerse en contacto con "un Cristóbal de la Puebla", residente en la Canaria, que asesoró a Torres. Complicado rentabilizar directamente el predio, los Católicos quisieron arrendar la Mar Pequeña. Los oficiales les desalentaron. Aunque se podía negociar "con mayor seguridad y a menos costa", que "antes que oviese dicha fortaleza", almacén y amparo para los mercaderes, "verdad es que por agora, no sentimos que esté en mucha estima"[7].

En abril de 1503 los reyes estancaron la orchilla, en las Canarias y las "partes de Africa.., comarcanas a las islas". Informados de que se "comenzó cierta contratación, de rescatar algunas mercaderías", en la ciudad de Tagaoz, ordenaron proteger al burgalés Diego de Castro, que tenía arrendada la del Cabo de Aguer, por la corona, a la espera de encontrar solución más rentable, estudiando si convenía arrendarla conjuntamente o "cada cosa por sí", teniendo en cuenta que al ser "yndustria y granjería" complicada, se perdería de entregarla a inexpertos. Los oficiales de la Contratación averiguarían las "mercaderías.., que serán provechosas para los dichos rescates y las que de allá se pueden traer, para esta dicha Casa", procurando que no escapase género rentable, al monopolio de la corona[8]. Se extendía a los minerales en general, en especial plata y oro, piedras preciosas, perlas, aljófar, tinturas y maderas, como "mou", brasil y "otras cosas de precio, que en qualquier manera pertenescen a nos", sumándose el índigo o pastel. Quien cargase o descargase para ultramar, sin registrar sus mercancías en la Casa, las perdería por "descamino" o contrabando, secuestradas en la "playa" de partida o arribada, haciendo "dello lo que por nos les es mandado". Percibido quinto y avería en especies o dinero, el mercader sería provisto de carta de finiquito, que le permitiría vender donde le pareciese. Recién inaugurado almacén y oficinas, a espaldas del Alcázar Viejo, el 30 de junio se reservó el muelle de las Muelas, al trato de la Contratación[9]. Estando en Gran Canaria como juez de residencia, Alonso de Escudero fue nombrado gobernador de "Canarias y alcaide de Santa Cruz de la Mar Pequeña", el 2 de mayo de 1503[10], quedando a su cargo los rescates, que "nos mandamos hacer en Bervería e la Mar Pequeña e la torre de Santa Cruz". Girada visita a los factores "e a las otras partes, donde viedes que cumple e fuere necesario de estar persona, para la dicha contratación"[11], se pondría en contacto con los encargados de la "Casa de las Yndias", que habían de proveerle de los que necesitase, recibiendo el oro y otras mercancías[12].

El último año que salieron carabelas de la foz del Barbate, con cereales, aceite y muestras de legumbres, como habas y garbanzos, para los "lugares de Allende del rey de Portugal", fue 1503. Mala la cosecha, para reunir los 6.000 cahíces de cebada y 11.581 de trigo contratados, Juan de Guzmán recurrió al mercado negro, pagando 110 y 120 maravedís por cahíz de trigo, tasado a 60. Terminada la temporada, el tráfico quedó circunscrito a Sevilla, sede de la Contratación. Protestó Juan de Guzmán, esgrimiendo el derecho de Sanlúcar, a comunicar con Berbería. Y la cuestión paró en los tribunales[13]. Emplazado por los jueces, el 11 de enero de 1504, sus abogados comparecieron, pertrechados de testimonios de mercaderes, andaluces y extranjeros, que aseguraban haber navegado desde Sanlúcar, a tierra de moros y donde mejor les parecía, a imitación de sus padres y abuelos, sin conocer más propietarios del almojarifazgo y aduana, que a un duque de Medina Sidonia. Los más ancianos recordaban haber departido en la playa, con don Juan "el Bueno", en torno a cuestiones de navegación y pesca[14], sin recordar periodo, en que se hubiese interrumpido el tráfico, con las Indias de

Castilla, la Berbería o la "conquista" e "islas de Portugal"[15]. Era prueba de aquel comercio la prosperidad de una villa, plantada en término estrecho y corto en recursos, razones jurídicas y humanas, que no hubiesen sido atendidas, de no tropezar el real deseo, con los bajos del río.

Adquirida en Indias la costumbre de reunir las mercancías, en puertos confortables, se hizo innecesario remontar pasar barras, en busca de "minas" y rescates. Evidente que a mayor arqueo del navío, el beneficio por travesía, era superior, desaparecieron los cascos inferiores a las 100 toneladas, no tardando en alcanzar 150 y 200. Dificultoso remontar el Guadalquivir, para tales barcos, los monarcas hubieron de plegarse a una naturaleza, que no tenían el poder de cambiar. Al no tener más remedio, permitieron cargar y descargar para las "islas de Indias", Tierra Firme, Canarias y Berbería, en el puerto sanluqueño de Zanfanejos, instalando apéndice de la Contratación en Bonanza. Dotado de almacén y personal, tuvo por cabeza a Pedro de Añasco, al que trataba el duque de Medina de "mi especial amigo"[16]. Como cualquier mercader de la villa, Juan de Guzmán practicó el export - import. Anfreon Catano genovés, fue su factor en Çafy. Trocaba aceite, cereales y paños, enviados por los de Flandes, Bretaña e Inglaterra, por cueros, esclavos y algo de oro. Comerció con Cabo Verde, representándole un Alemán en Canarias. A más de paños mandaba acero, exportación prohibida a tierra de moros. De las islas llegaba madera de calidad, azúcar, compotas, vino de malvasía y a veces halcones[17].

El 4 de octubre de 1504, los Católicos encargaron al Guzmán la conquista de Cazaza, "que es en el reino de Fez", completando lo acordado en Tordesillas. Para animarle, le otorgaron el señorío de lugar, que no pasaba de arrabal de Melilla, con título de marqués[18]. Antes de morir, quizá temiendo por el porvenir de su hija, Isabel borró el pecado y delito de incesto, acudiendo al "propio motu", para devolver al Guzmán lo que le secuestró[19]. No habiendo perdido más que las Islas del Cabo de Aguer y Gibraltar, la reina no podía referirse a otra cosa. Fallecida Isabel en Medina del Campo, el 25 de noviembre de 1504, el Católico, en estrecha colaboración con el regente Cisneros, dio el primer paso hacia el despojo del indio caribe. Teniendo por costumbre lavarse bastante más que los españoles, fueron acusados de sucios, "sodomíticos" y caníbales. Condenados colectivamente, se les ofreció la oportunidad de escapar al cautiverio o la muerte, respondiendo a la invitación al bautismo, con muestras visibles de arrepentimiento y solicitud, expresada a "grandes voces". La causa de la drástica ley pudo ser necesidad de dinero, para la conquista de Nápoles.

Barruntándose que el padre no abandonaría el trono por las buenas, Juana nombró capitanes generales de confianza, que preparasen su arribada a Castilla. Designado el Conde de Lemos en Galicia, Juan de Guzmán lo fue en Andalucía, por real decreto de 25 de octubre de 1505. Bajo su autoridad el sur, hasta los confines de Granada, los Algarbes y el Mar Océano, la tuvo sobre cuanto navegase por sus aguas. Corriendo a su cargo levantar huestes y armadas, los receptores de la real hacienda, le darían los fondos que pidiese. "Desde agora" obedecerían los mandatos de Juana: los de "nuestro señor e padre... tenemos que sean de ningún valor e poder"[20]. Enterado Fernando de que la hija le quería fuera del reino, acordó con Cisneros dotarse de armada. Acudiendo a la iniciativa privada, ordenó encuesta que justificase la reanudación de los "saltos". La pregunta de si sería conveniente levantar el seguro, otorgado "a los moros de Bervería.., que están a noventa leguas de costa poco más o menos", de la Isla de