
Africa.versus.America
.pdfrelaciones con su "conquista", por no tener Manuel I, rey "dos Algarves, d'aquem e d'alem mar en Africa, senhor de Guiné", aspiraciones a cabeza de imperio universal, recibió en Lisboa a los embajadores de los "xeques" de Meça y Azamor, devolviendo la visita su apoderado, a principios de 1497. Celebrada ceremonia, similar a la que se desarrolló el año anterior, en presencia de los apoderados que mandó el Guzmán, xeques, regidores, cabeceras de villas y lugares, dieron vasallaje al monarca, en nombre de los nacidos y por nacer, prometiendo pagar parias y tributo anual de dos caballos, puestos en barco del rey, cuyos navíos no pagarían derechos ni ancoraje, pero sí sus vasallos, beneficiados con libertad de comercio, seguro y buena acogida. Recíprocamente, los nuevos súbditos pagarían, en Portugal, los mismos derechos que los naturales, a más de disfrutar de la protección del almirante y capitanes, en mar y tierra, para que pudiesen transitar y comerciar en seguridad, por todo el imperio. Obligado el particular que fuese a la metrópoli, a viajar en navío de la corona, que le mantendría gratuitamente durante la travesía, habría de proveerse de licencia del factor, pues "de otra manera", no sería recibido.
Autorizado Manuel I a construir fortaleza, que sirviese de almacén y residencia a su factor, mandaría de Portugal maestros y caleros, porque al no utilizar cal los naturales, no sabían cocerla. Percibiendo salario y materiales, al precio que corriese, aportarían peones, medios de transporte, arena, agua y piedra. En garantía de que no interrumpirían la obra, entregaron al rey 15 muchachos, hijos de notables, que al residir en la corte de Lisboa, mientras durasen los trabajos, importarían, al regreso, la lengua y costumbres de Portugal, a imitación de los hijos de señores periféricos, educados en el entorno de los emperadores de Méjico y Perú. Juraron los vasallos entregar la fortaleza, a quien ordenase Manuel I, prestando casa al factor, suficiente para albergar familia, criados y mercancías, hasta que estuviese habitable, prometiendo hacer cuantos caminos quisiese Manuel I, siempre y cuando les pagase su jornal. Acordadas algunas cosas más, las quinas portuguesas se pusieron en los sitios de costumbre, corriendo por toda le tierra el pendón real, "puesto" en una lanza[17].
Reino Azamor, dos siglos después quedó en puerto de Marruecos. Fue centro comercial, frecuentado por europeos, en especial genoveses, tan molesto para los historiadores postcolombinos, como las "escalas de mercadores". Negada la existencia del Dorado, situado por los geógrafos, a orillas del lago Perimée, junto al Orinoco[18], lo es igualmente la de Meça, Meta o Massa. En 1447, castellanos y portugueses frecuentaban su puerto, consiguiendo los últimos, a cambio de 18 moros, 51 negros guineos y león de regalo, que Enrique el Navegante mandó a Irlanda. En 1532, moros y turcos formaban armada, intentando su conquista Pedro de Limpias, en 1539. Fracasado, Ordás repitió, entrando por el Huyapari, que es el Orinoco, pero salió a La Trinidad, por la boca de Cabo Verde, en las inmediaciones de una San Miguel, recién fundada. Regresó a Cumana, costeando Porto Santo y la "isla" de Cáliz”. Empeñado en su conquista, pasó a Coro. Preparada una segunda expedición, remontó el río Oppia, hasta salir al Meta. Navegando contra corriente, durante 14 días, dio en el monte donde estaba su nacimiento, entre yacimientos de un oro de 22 quilates. Ricos los naturales, pero hábiles en el manejo de la honda, el dardo y la hierba ponzoñosa, el reino de Meça, que alcanzaba el Amazonas, estuvo cerrado a los castellanos. Penetraron esporádicamente, encontrando o creyendo encontrar poblados, de mujeres guerreras que considerando superfluo al varón, no los admitían en su compañía. La Casa de Meta albergó ídolos de oro, hasta que los robaron los de
Santa Marta, cargándolos en costales, cuando fueron a descubrir el valle de Alcázares[19]. Afluente del Orinoco, el río Meta sigue corriendo al sur de Venezuela. Su cauce, las sierras de Opón y el reino de Vélez, fueron sus entradas, en tiempo de la conquista.
La toma de posesión de Meça y Azamor , por Manuel I, aceleró el traslado de Isabela o la Española, reflejándose en la biografía de Colón. Necesario su concurso, a 23 de abril de 1497, fue agraciado con confirmación de todos sus privilegio, cargos y prebendas, con licencia añadida para fundar mayorazgo, que le puso en puertas de la nobleza titulada. En el mismo día, los reyes firmaron instrucciones, con visos de carta puebla. A su cargo convertir a los naturales de Indias a la fe hispana, manteniéndoles en paz, "so nuestro señorío e subjeçión", habría de hacer "en la isla Española una otra población o fortaleza, allende de la que está fecha de la otra parte de la ysla, çercana al minero del oro". Buscaría 330 pobladores, ofreciendo salario de 12 maravedís y una fanega de trigo al mes. Para que pudiesen sembrar, recibiría cada uno 50 fanegas de trigo y cebada, a devolver con el diezmo, cuando recogiesen la cosecha, repartiéndoles 20 yuntas, a más de "vacas e yeguas e asnos, sobre las vacas e yeguas, que están en las dichas Indias", como principio de sus haciendas. Repartidos por profesiones, se procuraría 40 escuderos, 100 peones de guerra, 30 marineros, 30 grumetes, 20 labradores de oro, 50 labradores y hortelanos, 20 oficiales de todos oficios y 30 mujeres, proporción que indica su destino. Hipócritas los tiempos, pero no estúpidos, al estar los aborígenes demasiado enteros, para permitir a los castellanos, tomar sus féminas por la fuerza, los muy católicos reyes, las mandaron de servicio. Contratados los artesanos por asiento, escogería personas "llanas y abonadas", cuidando a los sastres, indispensables para conservar el vestuario. Los técnicos superiores, como físico, boticario y eurolario o especialista en vientos, serían objeto de contrato especial, por escasos. Separadamente", coptaría armadores, que llevasen desde Andalucía, las "cosas necesarias" a los pobladores, con regularidad[20].
Dada la naturaleza de la expedición, se cargaron azadones, azadas, picos, almádanas y palancas, a más de "aparejos", piedras de molino y tahona. Para abasto de pan, mientras se hacía la obra, se destinaron 50 cahíces de harina y 1.000 quintales de bizcocho. No pensaron los monarcas en libros, ni aun de religión, pero se ocuparon de entretener a los colonos. Se llevarían instrumentos de música, que les ayudasen "pasar" el tiempo. Vanidosa la sociedad castellana y apreciado el signo externo, 20.000 maravedís fueron destinados a dos tiendas de campo, residencia provisional, que permitiría a los jefes, probar su condición superior. El Almirante podría autorizar la venta a crédito, fijando los precios a su antojo, salvo los del trigo, que sería el de la tasa, el vino, puesto por los reyes a 15 maravedís azumbre y la libra de tocino o carne, que se vendería a 8 maravedís. Fácil la travesía, le mandaron comprar nao vieja, para llevar los bastimentos. Desguazada en destino, tablas y clavazón servirían en las obras[21]. Por obviar complicaciones, los que fuesen a Indias, seglares o clérigos, serían advertidos de que no podrían regresar sin licencia. Los sacerdotes impartirían sacramentos a los colonos, convirtiendo aborígenes, exentos, por el momento, de pasar por el bautismo, siendo suficiente que diesen vasallaje y parias, para librarse de la esclavitud. Los morosos serían descubiertos por piezas "o señal de moneda", de latón o plomo, con cuño o "figura", cambiada cada año. Obligados a llevarla al cuello, el que no la tuviese actualizada, sería castigado con pena "liviana", por no soliviantarlos. Deseando recaudador incentivado, tendría por salario el 20% . Para evitar que el oro de rescates, minas y parias se escurriese, Colón llevo los cuños y
aparejos, para convertirlo en excelentes[22] "de Granada".
La panoplia de provisiones, que pergeñaron la nueva fundación, se completó a 6 de mayo de 1497, eximiendo de impuestos a las mercancías, destinadas a la población[23], manifestando la reina el deseo, de alcanzar los 500 vecinos. Obligada a recurrir a voluntarios, que se mantuviesen a sí mismos, ofreció "omecillo" a los delincuentes de ambos sexos, que residiesen dos años en la nueva Española, excluidos como de costumbre, los que hubiesen incurrido en delito de "aleve", traicionando a la corona[24]. Dotado el "descubridor" de poderes, para repartir heredamientos, en la tercera Isabela y en cuantas poblaciones fundase, daría tierra para huertos, algodonales, linares, viñas, árboles, caña dulce y otros cultivos, con permiso para traer el agua necesaria, tomándola donde quisiese el propietario, sin perjudicar a tercero. A los que se estableciesen "de asiento", les daría solares para casas, molinos e ingenios, dotando a los pueblos de "propios", o tierra de propiedad común y baldíos, de libre uso, para los comarcanos[25], forma de propiedad, dedicada generalmente a pastizales, que no tendría sentido, de no haber ganado. A 22 de junio, se confirmó la orden, dirigida el Almirante, de regresar a las Islas, la Española y Tierra Firme, siendo nombrado Bartolomé Colón, Adelantado en Indias[26]. Fijada la provisión de grano en 550 cahíces de trigo y 50 de cebada, el mes de abril, el 15 de junio se ordenó sacarla de los pósitos de Sevilla y Cádiz, del remanente de las tercias de 1496. Y el 22 de julio los reyes ordenaron, que el "proveymiento de las Yslas de Yndias", fuese sacado del reino en un plazo de cinco meses, fijando la partida de la armada, antes del 22 de noviembre, de 1497[27].
Que la torre de Colón se llamase Santo Tomé, es indicio de que su Monte Juan o Isabela, estaba a dos pasos de la Mina de Oro, en lo más granado de la conquista de Portugal. Reguladas las comunicaciones, la población no debió permanecer, en ausencia del poblador. Pero al ser necesario disimular saca de pobladores intempestiva, de la que se conservaba el recuerdo, Fernández de Oviedo supone que entre el segundo y tercer viaje de Colón, "no venían navíos de España ni de acá iban a ella", padeciendo tanto los pobladores, que el Almirante los encontró mermados, macilentos y "con tales gestos, que me paresce que aunque el rey me diera sus Indias, quedando tal como aquellos quedaron, no me determinara venir a ellas". Esta sería la causa de que mandase tres carabelas a Castilla, que regresaron con 300 condenados a destierro, repoblando el caserío[28]. Es probable que el traslado de la Isabela o Española, "çercana al minero del oro", a Santo Domingo, Española insular, se saldase con no pocas muertes de colonos, fortuitas o provocadas. Es de notar que Isabel aprovechó la ocasión, para probar su respeto a los difuntos, ordenando pagar a los herederos del Abad Gallego y Andrés de Salamanca, los toneles y pipas que les fueron embargados, por "haber ydo a las dichas Indias, contra nuestro defendimiento". Como norma general, mandó cumplir los testamentos de los que falleciesen en la conquista, aunque no estuviesen registrados en protocolo de escribano, nombrando para que velasen por ello a un Escobar, vecino de Sevilla y a Juan de León, residente en Isabela[29].
Decretado el monopolio de la corona, sobre los metales y piedras preciosas, en 1497 se amplió a la madera de brasil y el índigo. A 27 de junio se agregaron los múrices y el 25 de agosto la orchilla. Enterada Isabel de "que en la tierra de Africa, que es de nuestra conquista, es hallada cierta urchilla", cosechándola "algunas personas", en su provecho, prohibió "ir a

cogerla ni traerla, la que oviere en las partes de Africa", porque "pertenesce a nos e es nuestra". Solamente el arrendatario de la corona, podría tener cogedores en la Mar Pequeña, Tagaoz y el Cabo de Aguer. Muerto Gutierre de Cárdenas, se agregó la producción de las tres Canarias mayores[30]
, al tiempo que se desarrollaban los "rescates" en la Mar Pequeña y la fortaleza de Santa Cruz.
[1]R.A. Doc. XVII.
[2]R.A. Doc. XXXIII.
[3]P.C. T.I.
[4]Colón tenía derecho a ocupar el 8%, pagando el porte, como todo hijo de vecino.
[5]P.C. T.I.
[6]Ibídem.
[7]"Norte de la Contratación de las Indias Occidentales". José de Veitia. Ed. de 1671.
[8]P.C. T.I.
[9]ADMS. 2395.
[10]SRGS. I.1496.26/VIII.1495.263.
[11]F.O. T.I.
[12]P.C. T.III.
[13]Simancas. Depósito Medina Sidonia.
[14]Ibídem.
[15]Simancas. Depósito Medina Sidonia.
[16]ADMS. 2395.
[17]R.A. doc. XIX.
[18]El Lago Perimeé, formado por el Río Carón, está cerca de Sto. Tomé de la Guayana, hoy Ciudad Guayana. Diego Méndez, vecino de la Isla de la Palma, compro la nao Santiago, de 220 toneladas a Francisco Duarte y el Gobernador de El Dorado. Se vendió en Sanlúcar por 1.100 ducados, el 2.8.1569 (ADMS 3986).
[19]F.O. T. III.
[20]P.C. T. I.
[21]P.C. T. I.
[22]A 23 de mayo de 1475, Isabel ordenó hacer excelentes de oro, en la casa de la moneda de Toledo. Con peso de 2 castellanos "e no menos", el cuño llevaba los "bultos" del rey, con espada desnuda en la mano y la reina con cetro y corona, "asentados en sillas" y mirándose. Al reverso, el águila de San Juan. Bajo sus alas, se pusieron a la derecha los castillos y leones y a la izquierda, las armas de Aragón e Italia. En el filo del "excelente entero" se leería: Fernandus e Elisabet dei graçia et regina Castelles et regno Siçilia". Habría monedas de medio y un cuarto de excelente (SRGS. V.1475.468).
[23]P.C. T. I.
[24]P.C. T. I.
[25]Ibídem.
[26]Ibídem.
[27]Ibídem.
[28]F.O. T.I. Recordemos que Alonso de Lugo convocó 300 omicianos para poblar
Tenerife, en 1494.
[29]P.C. T. I En 1489 aparece un Juan de León, heredero de los reinos de Taugaute en la Berbería, príncipe de todos los alárabes. (SRGS. I.1489.175).
[30]R.A. doc. XXII
Los descubrimientos de 1497
Colón inició los preparativos. Y tropezó con armadores y maestres. Hartos de verse apartados de sus ocupaciones, perdiendo dineros propios, en servicio del rey, exigieron "más flete del acostumbrado". No estando dispuesta la corona a soltar chavo
suplementario, decretó confiscación de barcos, tripulantes y pertrechos, por vía de justicia, imponiendo precios "acomodados", a cuantos poseían lo que fuese necesario para la empresa[1]. Dolidos o no por las malas maneras del poder, los afectados hubieron de inclinarse, como suelen los españoles. Considerando inconveniente que el tercer viaje de Colón y los demás del año, coincidiesen con la entrada en vigor del Tratado de Tordesillas, el del Almirante se extrapola al 30 de mayo de 1498, fecha enunciada por el oficialista Bartolomé Colón, que con acierto, le atribuye seis carabelas[2]y los demás se retrotraen a 1499 o 1500. Por no mentir palmariamente, Fernández de Oviedo se acoge al beneficio de la duda. Apuntado a marzo de 1496, añade: "aunque algunos dicen que era en el año de noventa y siete"[3]. Ateniéndonos a los términos de la orden, tocante a la exportación del grano, debieron zarpar entre finales de septiembre y mediado octubre[4].
Cargados los navíos en Sanlúcar, sería la primera vez, que Colón llevó pobladores. Se dice que entró en Cádiz, a causa de la tormenta, pero debió hacerlo a efectos de la orden, que hacía cuatro años concentró el tráfico de Indias, Canarias y Berbería, en la bahía. Los tripulantes coinciden con Las Casas, el señalar Madeira como primera escala, recordando que el Almirante contrató en la "isla" a Pedro de Ledesma, como marinero[5]. En Gomera, "una de las Canarias", "se partió" la armada. Tres velas, al mando de Hernando de Carvajal, fueron vía la Deseada, a la tercera Isabela o Española, continuando Colón con las restantes, hacia "descubrimiento", que estaba en la ruta de Monte Juan, destino del pasajero Francisco Fernández, vecino del poblamiento. En su deposición, recuerda que pasaron por la "Isla de Cabo Verde", desembarcando a Rodrigo Alvarez, por estar enfermo[6]. El archipiélago de Las Casas, inhóspito y pobre, no guarda relación con el descrito por Cadamosto o Gamboa de Sarmiento. Pasada la isla, siguieron a Sierra Leona, costeando Guinea, para dar en Trinidad.
Informado por terceros, Bernáldez redujo la armada a tres velas. Visitadas algunas islas, a la parte del "Austro", el Almirante cometió la imprudencia de descubrir las perlas, antes de llegar a la Española, disgustando a los reyes, que no tenían intención de darle la décima. Según Fernández de Oviedo, la armada se dividió en Canarias, yendo Colón, con tres barcos, a las Islas de Antonio, que "agora se dicen de Cabo Verde", identificadas por el autor con las "Górgades". Arrastrados por la tormenta, corrieron 150 leguas al sudueste, amaneciendo en Trinidad, sin saber cómo[7]. Los que participaron en el viaje, afirmaron que de Cabo Verde continuaron "al hueste", en "demanda" de la Boca del Drago, "que es en la provincia de Paria", principio de Tierra Firme, "cabe" la isla de la Trinidad[8]. Pese a ser breve la travesía y conocido el camino, los tripulantes se "revolvieron", pidiendo a Colón que se "volviese" a la Española, donde no habían estado[9]. Hernando Pacheco apunta a la ignorancia del Almirante: cerca de tierra, preguntó "el punto del viaje que llevaban", recibiendo respuesta,
admirablemente ambigua: "unos decían que estaban en el mar de España e otros en la mar de Escocia". Y los marineros se creyeron "perdidos"[10].
Los que viajaron, suprimen escalas: de Cádiz tomaron "la derrota de Cabo Verde", dando en "la provincia de Paria"[11], "puerta" de Tierra Firme, a la que arribaban los navíos, de costa a costa, hasta sin quererlo. Excesivamente conocido el topónimo, Colón se abstuvo de mudarlo. Poniéndose "cabe" la Trinidad, "entraron" por la Punta de la Galea[12], mencionada en 1436, por portugueses, que continúa donde siempre estuvo. Reconocida la isla, "descubrieron" banda de tierra al sudeste. Fernández de Oviedo la identifica con la Punta de Salinas. Yendo entre "la isla y la tierra de Paria, que es en la Tierra Firme", entraron "por la Boca del Drago", ancorando en Puerto Redondo[13], "donde se falla señal de perlas"[14]. Pescadas en una punta, a cuatro leguas[15], los entendidos las despreciaban, por ser inferiores a las de Cubagua.
Colón quedó a bordo, enfermo de los ojos, saltando a tierra el capitán Pedro Terreros, bandera al viento en la siniestra y espada desnuda, en la diestra, seguido de 50 energúmenos. Según Hernán Pérez, "la gente se espantaba de velos", a causa de las barbas y el color de la piel, no del aspecto amenazador de la hueste. Siendo conocido, por testimonio de los conquistadores, que los americanos tenían embarcaciones de remo y vela, evidencia que no estorbó al paje Andrés del Corral, para declarar que tomaron las carabelas por pájaros o peces singulares, preguntando a los castellanos, "sí venían del cielo"[16], aun siendo más razonable suponer que los mandaba el infierno. Tomaron posesión, poniendo "una gran cruz, hincada en tierra" y desperdigándolas menores, a lo largo de la costa[17], para indicar que tenía dueño. Pasado el susto, los naturales recordaron sus deberes comerciales. Regresando con sus canoas, ofrecieron perlas, aljófar y papagayos, a cambio de cualquier cosa: "tomaban hasta los cabos de las agujetas" y trozos de plato de Málaga, que partió un marinero. Trajeron "gran cantidad de oro", pero el "almirante no lo dejó rescatar"[18], quizá por monopolizarlo, pues además de 9 marcos de perlas, repartidos en 160 o 170 unidades, aljófar y "almayzares"[19] de algodón, de diferentes colores, acopió cantidad de "guaninas"[20].
Reparar los navíos, hacer aguaje y rescatar, les ocupó 6 o 7 días[21]. Marineros a la vieja usanza, no se molestaron en averiguar si Paria "era tierra firme o isla"[22], pero aseguraron que "ningún cristiano" pisó los andurriales, antes de su llegada. Ascendido a piloto, Pedro Ledesma afirmó que Colón "no descubrió en la Tierra Firme, que dicen Asia... Reconoció la punta de la Galea ... y entró en la boca del Drago, donde se falla señal de perlas"[23], arramplando con un par de indios, 4 o 5 según otros, "por saber la lengua y el secreto de la gente", dejándola "muy pacífica", supuesto que desmiente Vicente Yáñez. Mojando poco después en el mismo puerto, encontró a los indios alterados, a causa de los desafueros cometidos, por las visitas precedentes. Con las carabelas a carga completa, salieron por la misma Boca del Drago. Costeando Tierra Firme, pasaron los farallones de Frayles. Colón bautizó La Margarita a distancia, pues dejó "las Perlas" a 12 leguas, creyendo haber estado. "Descubiertas" de 30 a 50 leguas, mudaban el rumbo, cuando se cruzaron con la carabela de Pedro Alonso Niño. Ledesma "los vido pasar y fue público y Colón quedó atrás". Al ser Paria el puerto de Tierra Firme, más próximo a la Española, en "pocos días" entraron en la Beata, escribiendo Colón al obispo Fonseca, que vio "sierras nevadas"[24]. "Dibujada" la tierra "descubierta", quedó inscrita en el mapa - padrón, donde se recogían los perfiles del conjunto[25].
Juan Bermúdez, maestre y propietario de la carabela Santa Cruz, contratada para abastecer a los pobladores, estaba en La Española, cuando llegó el Almirante. Y definió el concepto "descubrir": "cuando supieron que Paria, do traen las perlas, era descubierta por Colón, con licencia del rey, fueron y descubrieron diciendo: la Paria es descubierta e no puede ser syno que por allí fallemos más tierra e que de antes nadie se avía osado, fasta que la tuvieron por Tierra Firme"[26]. Juan del Castillo vio las perlas, dando por averiguado que el Almirante estuvo en el criadero de Cumana[27]. De resultas del viaje, los Católicos sumaron una cuarta corona americana. Reyes de Canarias, Islas de Indias y sus posesiones en Africa, lo fueron de la Tierra Firme, en el mar Océano.
Pedro Niño y Colón se encontraron en la mar, porque Juan de Fonseca quiso cerrar la operación "descubrimiento", antes de que terminase 1497. Doblando las expediciones a Tierra Firme, sumó a la institucional del "descubridor", la privada de Niño y Ojeda. Alonso Ruiz, carpintero extrañamente informado, declara que estando en Alcalá de Henares, vio cómo el Obispo "los despachó e mandó ir.., como los otros descobridores"[28]. Niño, que estuvo en la corte, "mostrando a cartear al Príncipe"[29], fletó la carabela en Palos, financiado por Luis Guerra, supuesto fabricante de bizcocho, radicado en Sevilla, que impuso por capitán a su hermano, Cristóbal Guerra. Ojeda armó la suya en Puerto de Santa María, financiándose a medias con Juan de la Cosa, que perdida la Marigalante, iba a título de socio y piloto. Zarparon en mayo. Habiendo acordado juntar las carabelas en la mar, "antes de que partiesen hubo entre ellos cierto debate"[30] y "la una fue a una parte y la otra a otra"[31]. Habiendo declarado Hernando Pacheco, que "antes de venir Colon, nadie había osado ir a Paria. Y después nadie osaba venir, en uno o dos navíos solos, por temor"[32], le dejaron por mentiroso.
Niño hizo aguaje en una Gran Canaria, "a Barlovento de Paria", concretamente "Ferro". Se puso a dos o tres leguas de la Boca del Drago, cierto día a la puesta del sol. Conociendo "la gran corriente que sale por la boca del dicho Drago.., abatieron sobre la misma isla de Paria", en paraje donde "andovieron al reparo, fasta otro día", por miedo a que en la oscuridad, la mar los echase sobre la costa. En Puerto Redondo no vieron cruces ni señales, que indicasen el paso de Colón[33]. Haciendo caso omiso a los naturales, que rodeaban la carabela con sus canoas, "mostrando las perlas que llevaban en unos ceroncitos de palma, como en aquella tierra se usa", con indudable sentido de la presentación comercial. Cargaron palo de brasil, saltándose a la torera el real monopolio[34]. Saliendo por la misma Boca, costearon Frayles, "descubriendo" 40 leguas de la provincia de Paraguana[35], por otro nombre Cáliz. Ancorado entre Cubagua y la isla Margarita, rescataron 50 marcos de aljófar y perlas, 20 pipas de cañafístola y "piezas" de indio[36], yendo "hasta más abaxo, a la provincia de Manacapana", hasta tocar en tierra del cacique Coyatare, sin tener noticia de que hubiese "aparecido Colón por aquellas partes"[37]. ·
Navegadas "bien 130 leguas", Guerra y Niño emprendieron el regreso, cruzándose con el Almirante, que iba en busca de la Española. La carabela siguió a la canal, saliendo del Caribe, probablemente por San Antón, para alcanzar los 30º. Atravesando sin escalas, fondeó en el puerto gallego de Bayona[38]. Estando "surtos" apareció el Gobernador de Galicia, con Rodrigo Escobar y orden de prender a Niño, se dijo que por diferencias con Guerra. El maestre Escalante acertó con la causa: "los llevaron presos a la corte", por traer las perlas "furtadas", pues la licencia para descubrirlas, se les dio por error[39], correspondiendo el hallazgo a Colón,
que además de retrasarse, se había extraviado[40]. Enterado en la Española de que las perlas fueron "descubiertas", por su antiguo piloto, manifestó cabreo singular[41]. Entregadas con el aljófar a Juan de Fonseca, Cristóbal Guerra rindió cuentas en Cádiz, ante Juan de Faya, escribano real[42]. Políticamente incorrecto el viaje de Niño, la historia lo desvirtúa. El que fuera piloto mayor de Colón, en el primer viaje, habiendo servido como tal en el segundo y en la expedición de 1494, quedó rebajado a simple marinero, que dotado del don de la ubicuidad, estuvo con Colón, "al tiempo que descubrió Paria y la Margarita". Rodrigo de Bastidas, descubridor tardío, contó que llegado a la Española corrió a la corte, sacando licencia "para venir con un navío, a descubrir", aprovechando que las perlas no estaban registradas[43]. Según Bernaldo de Ibarra, Niño descubrió gracias a "la figura de la carta, quel Almirante hizo", de los "puntos y vientos" de Paria[44].
Alonso de Ojeda se preciaba de ser "el primer hombre, que vino a descobrir, después que el Almirante descubrió"[45]. Informado por cierto indio, con el que trabó amistad, de que para dar en las perlas, bastaba desviarse al mediodía, "viniendo de Castilla para esta isla Española", cometió la imprudencia de comentarlo con Colón, que aprovechó el viaje, para apuntárselas, confundiendo Paria con Cubagua[46]. Cierto es que Niño y Colón, estuvieron en las perlas en 1494, absteniéndose de registrarlas, porque a más de carecer de licencia para descubrir, no habían zarpado de la península. Muerto Pedro Alonso antes de 1511, año en que se iniciaron los pleitos de Diego Colón, su figura sería distorsionada[47]. Juan Grande negó hechos documentados, declarando que en el primer viaje, fue como marinero, ascendiéndole Cristóbal Guerra a piloto, para la aventura de las perlas[48]. Juan de Umbría, estante en Santo Domingo e inspirado por los oidores, recordó que "dos o tres años" después de haber sido descubierta Paria, encontró a Pedro Alonso y hermanos en Sevilla, al regreso del "rescate" de las perlas, "que es abajo de Paria"[49], redundando en la versión oficial, que extrapola la travesía a 1499. Hubo, sin embargo, quien se mantuvo fiel a la memoria del difunto, sosteniendo que Niño y Guerra, descubrieron las perlas "por sí", pues el "Almirante no sabía cosa dello"[50], ni tenía noticia del "rescate de oro en gran cantidad"[51], que había en la misma Paria, afirmando Pedro Medel, hasta su última declaración, que Niño no entró con Colon por la Boca del Drago, porque estaban descubriendo las perlas, por su "industria y saber"[52].
Cuidada la mentira institucional, se encargaron de elaborarla los hermanos Porras, funcionarios de la corona. Diego, antiguo pagador en Melilla, duda si Niño llevó uno o dos navíos, situando el viaje un año después, de la ida de Colón a Paria[53]. En cuanto a Francisco viajó a Margarita y Cumana, por real orden, para encontrar testigos, que borrasen el paso de Niño. Al regreso informó de que reconocida la isla, le "mostraron que había llegado el almirante a la Margarita y allí tomó camino a la Española". Adjudicado el hallazgo de las perlas al genovés[54], Pedro Alonso desapareció de los manuales, reapareciendo tras prolongado eclipse. Considerando necesario probar que nadie supo llegar a Paria, antes de que Colón enseñase el camino, su viaje se ubica en 1499, si no en 1500, con los de Ojeda, Lepe, Vicente Yáñes Pinzón y Vélez[55]. La buena memoria de Pedro Ledesma, marinero de Colón, que recordó el encuentro con su carabela, y la inoportunidad de Pedro Ramírez, que lo fue de Vicente Yañez, al decir que supo del descubrimiento de las perlas por Niño, estando "descubriendo" a la parte de Levante, con Pinzón, prueba la simultaneidad de los viajes, siendo el de Velez, inmediatamente posterior[56]. En cuanto al de Colón, la provisión de 22 de julio
1497, lo sitúa en el otoño del mismo año[57].
Alonso de Ojeda y La Cosa, zarparon quince días antes que Pedro Alonso, yendo de Puerto de Santa María a Cádiz, para cumplimentar trámites[58]. Es Ojeda el único de la tripulación, que recuerda la presencia del piloto "Morigo Vespuche"[59]. Los fantasiosos hacen del florentino, que dio nombre al continente, compañero de Colón, en su primer viaje. Extraño hasta en sus cartas, la primera se suele considerar apócrifa, porque refiriéndose al viaje mencionado, escribió: "partimos de Cádiz, el día 10 de mayo de 1497", añadiendo que sacaron 3 naos, incluida la carabela, lo que entra en lo posible, por ser costumbre de mercaderes y pescadores, ampararse los unos en los otros, para atravesar el Golfo de Yeguas. La historia oficial hace pasar la carabela de Ojeda por el Cabo de Aguer, so pretexto de reunirse con un inexistente segundo navío. Inexplicable el rodeo si ubicamos el Cabo en Agadir, es razonable, de situarlo en el Amazonas. En cuanto al supuesto asalto a los almacenes de Inés de Peraza, en la escala de Lanzarote[60], que se atribuye a Ojeda, es inverosímil.
Estaba el Cabo de Aguer "a Barlovento de Paria", como la "Ysla de Ferro, que es en la Ysla Canaria"[61], donde tocó la carabela, no mencionando los testigos, escalas intermedias. Al pasar por Puerto Redondo, vieron "cruces puestas", como acostumbraba a plantarlas Colón, confirmando su visita "por lengua de indios"[62]. "Capitulado" con la corona, que los descubridores "no llegasen donde el Almirante había llegado"[63], se abstuvieron de desembarcar, aunque pusiesen en duda el descubrimiento, porque el nombre de Paria no había sido cambiado, quedando incumplida la primera obligación, de todo descubridor. Descubrieron "en la Tierra Firme, encima de la provincia de Paria", "descorrieron por la costa abaxo", hacia la Margarita, que Ojeda "anduvo por tierra a pie", tocando en Cumana y Maracapana. Pasada la costa del cacique Ayatrayte, avistaron los Frayles, también conocidos por "islas", siguiendo a las dos de Gigantes, "que agora llaman Caquibacoa". Entraron en el golfo de "Venecia"[64] o Maracaibo, cuyas casas sobre pilotis, describió Vespucio, pasando la provincia de Çeturma, para detenerse en el Cabo de la Vela[65].
Habiendo andado "a mediodía de la Tierra Firme, casi 200 leguas"[66], quisieron poblar "en el fin de donde descubrieron.., atrás del golfo de Uraba, haciendo una fuerza para de allí ir a descubrir". Sin vocación de albañil, Ojeda siguió adelante, con el piloto Antón García, llegando a Retrete. Atacado por los naturales, perdió la carabela, que quedó varada en Yaquino[67]. Imposible permanecer, dado el carácter de los indios y con La Cosa herido, hicieron bergantín con los restos del barco, embarcando 15 o 20 supervivientes, esclavos y oro. En el "barquete" arribaron a Xaraba, puerto de la Española, donde se procuraron transporte para regresar, entrando en Sevilla, tras 8 meses de ausencia[68]. Incluido el descubrimiento en el padrón general[69], se dijo, como de costumbre, que Ojeda llegó donde estuvo, porque llevó carta y piloto de Colón[70]. Años más tarde le indignó ver "dibujada", en la "figura" que trajeron Bastidas y La Cosa, la costa recorrida en solitario[71]. Según Juan de Valencia, vecino de Villa Nueva de Yaquino, "descubrieron" 300 leguas, declarando Juan Portugués, en 1514, que habiendo estado en Cartagena, pueblo de indios, encontró huellas del paso de La Cosa[72].
Queriendo completar el mapa de Tierra Firme, hasta los confines de la provincia de Marañón, Juan de Fonseca autorizó el descubrimiento de Levante, metiendo a los castellanos, de hoz y coz, en la conquista de Portugal. "Unos capitanes y otros fablaban entre sy e después
secretamente, a la parte donde yva cada uno e la voluntad que llevaban", para no pisarse las concesiones[73], pero el obispo confundió a Yáñez Pinzón y a Lepe, consiguiendo que saliesen armada institucional y privada al mismo tiempo, para hacer el mismo descubrimiento. Capitán mayor de la primera Vicente Yáñez Pinzón[74], llevó cuatro carabelas, a "costa y minsión de sus altezas", yendo como capitán de un navío, su sobrino Arias Pérez[75]. Su rival Diego de Lepe, navegó con carabela propia[76] y "otra nao... que iba en conserva", dirigida por el piloto Sánchez del Castillo[77]. Financiada la empresa por mercaderes modestos, los hubo que embarcaron, por ahorrar personal, como Juan Rodríguez Mafra, que "metió parte en la armada... con algunos armadores", insistiendo en que "ninguno se armara ni armador metiera dinero en ello", de no haber pasado Colón por Paria, abriendo el continente[78]. Como "receptor de los reyes", encargado de inventariar mercancías y rescates, recaudando el quinto, iba Alonso Rodríguez de la Calva[79]. Al no haber navegado Lepe con el Almirante, porque "no tenía conversación con él"[80], la historia le trata de indocumentado[81], sin perjuicio de que fuese habitual, de la Guinea de "los ríos".
Las dos armadas salieron de Moguer. Según los compañeros de Vicente Yáñez, Lepe partió con quince días de antelación[82], pero Bartolomé Roldán, que fue con Lepe, afirmó que Pinzón se adelantó, en mes y medio o dos meses[83]. "El uno en pos del otro"[84], cruzaron sin escalas a las Islas de Cabo Verde o Antonio[85], "que son del rey de Portugal", carenando en Fogo[86]. Suponían los marineros de Pinzón, que irían a Paria. Y les dijo "que adelante habían de pasar". Bajaron "la vía sudueste, entre medias del sur.., hasta que descubrieron Tierra Firme"[87]. Imaginaban encontrarla en tres o cuatro meses, pero dieron en la costa, "al cabo de catorce"[88], habiendo corrido de 400 a 500 leguas, "fasta la parte de Levante"[89]. Desembarcaron "al sur o al mediodía", en bahía junto a la desembocadura de un río, que "es en la parte de Portugal e agora se llama Cabo de Sant Agustín"[90]. Conocido el sitio por Cabo de Consolación, llamado además Santa Cruz y Punta Santa Cruz, Pinzón lo rebautizó como Rostro Hermoso[91]. Según Medel era "isla", en una punta "que buelve al mediodía o al sur"[92]. Confundiendo la "idea" de posesión, con el gesto, Vicente Yáñez bajó a tierra, con "gran cantidad de gente y cuatro escuderos de cada nao, el suyo de su alteza". Sin perjuicio de saberse en corral ajeno, bebió aguas corrientes, plantó cruces y cortó árboles, en nombre de los reyes, sin desperdiciar el esfuerzo, pues escogió palo de brasil, que cargó en los navíos[93].
Antón Fernández Colmenero, presente en el viaje, ofreció versión alternativa. Pinzón se acercó a la costa de Consolación, en un batel, sin más escolta que algunos escribanos. Discreto el acto, "fizo mojones de tierra"[94], antes de que bajasen las tripulaciones, a las que ocupó varios días[95], cortando y embarcando brasil[96]. Ignorando la naturaleza de la misión, Pedro Ramírez concluyó que "no pudieron ir más avante", hacia el sur, porque la mar les obligó a subir al "norueste" o "contra poniente"[97]. Vicente Yáñez no atribuye el rumbo a la casualidad. Corrieron 750 u 800 leguas "al hoçidente, la quarta de nurueste, que asy se corre la tierra"[98]. Vieron muchos ríos y puertos, tomando posesión de los principales, con la parafernalia acostumbrada, seguida de plantada de cruces[99].
En un cerro "de dos baxos, el uno a la parte de la mar y el otro de la parte de la tierra, cercados por la parte delantera", estuvieron a punto de anegarse, salvándoles Dios y un marinero, "que subió e vido rebrutar los dichos baxos, por delante". Hicieron virar los navíos,