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Лексикология Экзамен.docx
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17. Lèxico heredado: hispanismos y cultismos. Isònimos o dobletas etimologícos, tipos de nexos semànticos ellos

Los cultismos son las palabras cuya morfología sigue muy estrechamente si origen etimológico griego o latino, sin obedecer los cambios que la evolución de la lengua castellana siguió a partir de su origen en el latín vulgar (v.gr. nocturno, púrpura). Llegan al castellano procedentes de textos religiosos ―ángel, apóstol, bendición, clérigo, evangelio, cruz, cristiano, etc.― o de textos jurídicos ―autoridad, fruto, ganancia, partición. Son también cultismos términos de carácter moral (ambicion, avaricia) y aquellos que se relacionan con costumbres de las clases altas (águila, fino, claro).

La influencia de la Escuela de Traductores de Toledo y la corte de Alfonso X el Sabio introdujo cultismos para las ciencias: aritmética, astrología, lapidario, estudio, ciencia, definición... En el siglo XIV, los cultismos aparecen en los mismos campos; así cultismos jurídicos como: administración, ejecución, jurisdicción; cultismos religiosos como: consagración, Asunción; o científicos como: examen, infinito, terremoto, universo... Durante el siglo XV aumenta enormemente el número de cultismos. Se toman de poetas clásicos como Ovidio, Marcial o Lucano. De esta procedencia son: absoluto, ceremonia, colegir, lucido, perfección... Durante el Siglo de Oro penetran términos intelectuales, referidos a la literatura o a la retórica: cerúleo, flamígero, náutico, antídoto, reuma, metáfora, enciclopedia, oligarquía...

En el español moderno, la mayor parte de los cultismos son referidos a la ciencia o a la técnica: amputación, proyección, excavación, virus, retina, botánica, psicología, autopsia, antología, eléctrico, hélice... Son nombres de la mayoría de las disciplinas científicas.

Helenismos son los cultismos del origen griego. Proceden de muy diferentes épocas: del contacto de romanos y griegos en la Magna Grecia y en las demás colonias mediterráneas, del influjo helenístico sobre la cultura latina, de la dominación bizantina en el Sur de la Península en la época visigótica, del comercio medieval entre Occidente y Oriente, de la actual necesidad de crear neologismos científicos para la denominación de nuevas realidades.

Durante toda su historia los romanos experimentaron la influencia de la cultura griega. Muchas palabras griegas fueron adoptadas por la lengua latina escrita. Estas palabras hacen referencia, en primer lugar, a la vida espiritual: idea, fantasía, música, poesía, escena, escuela, tragedia, comedia, entusiasmo, dieta, anatomía, átomo, crónica, planeta, teatro, etc.

Aún más tempranos son los helenismos que aparecieron en la lengua debido a los contactos inmediatos entre los griegos y los romanos, e incluyeron los nombres de instrumentos de trabajo, utensilios de cocina, animales, alimentos, plantas, medicamentos, etc. Por medio del latín muchas de esas palabras se incorporaron al castellano. Del contacto inmediato entre los íberos con los griegos surgieron las palabras como tío, cendal, galera, calma, tapiz, brioso, dosis, golfo, harapo, liso, relámpago, suma, zumo, etc. La formación de los días de la semana tiene el origen griego.

Muchos helenismos se incorporaron al español en el siglo XV gracias a escritores y científicos de la época que empleaban las traducciones de los autores griegos al latín. Entre los helenismos de esa era son los nombres de plantas, animales exóticos, términos médicos, científicos y humanitarios, nombres mitológicos, etc. Para los siglos XVI-XVII son característicos sólo los helenismos humanitarios. Los siglos XVIII-XX se caracterizan por la creación de muchos términos de las raíces griega

Debido a los préstamos más avanzados del latín, en algunos casos, una misma palabra latina ha dado en castellano una forma patrimonial y un cultismo. Estas palabras se conocen como dobletes etimológicos, por ejemplo, a partir del étimo lactem se formaron dos palabras castellanas: leche (palabra patrimonial) y lácteo (cultismo). No hay que comfundir cultismo con palabra culta.

De hecho, hay dobletes en los que el cultismo es de uso más frecuente que la palabra patrimonial. Un ejemplo de ello son las palabras fastidio y hastío, ambas procedentes del latín fastidum. Entre otros dobletes comunes son ínsula—isla, concilio—consejo, colocar—colgar, fábrica—fragua. Los dobletes etimológicos pueden ser sinónimos en algunos de sus significados (graso — craso, isla —ínsula, código —códice, entero –integro, hierro —ferreo) o tener las significaciones distintas (obra —ópera, cerco —circo, cadera —cátedra, fontano –fuente, etc.). Lácteo es un cultismo de formación reciente a partir del étimo lactem > leche.

Muchas palabras con h inicial proceden de términos latinos que comenzaban por f; por ejemplo, del latín ferrum y otras palabras de la misma familia proceden hierro, herrar, herradura, herrumbre, herramienta, etc. Estas palabras son términos patrimoniales y conviven a menudo con cultismos que, al no haber sufrido la misma evolución fonética, se aproximan más a la forma latina originaria; por ejemplo, son cultismos palabras como ferretería, ferretero, ferroso, ferruginoso, ferrocarril o ferroviario, que conservan la f inicial latina. A pesas de las diferencias formales y semánticas, tanto las palabras patrimoniales, como los cultismos forman una familia etimológica, es decir, un grupo de palabras que tienen el mismo origen.