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83. La adjetivación.

Algunas palabras, sin ser verdaderos adjetivos, son capaces de formar parte de una categoría. En primer lugar, se observa la adjetivación permanente o léxica, por ejemplo: bermejo que procede del latín vermicida; rosa como nombre de color.

Mucho más importante y frecuente es la adjetivación funcional o accidental. Un problema de gran interés es la adjetivación del sustantivo en función de predicado nominal: María es maestra ( alumno). Aquí el predicado se nos parece como la expresión de una cualidad del sujeto. Sin embargo, estas palabras llevan las mismas posibilidades sintagmáticas que les dan carácter de sustantivo. No podemos creer, que una palabra o semantema por ejercer la función de predicado nominal, se adjetive.

Muchos sustantivos figuran como atributos, por ejemplo: el rey soldado, el medico poeta. Ellos se encuentran más cerca del adjetivo que en los ejemplos dados más arriba. Pero en este caso no se trata de una completa adjetivación.

Un grupo aparte lo forman las locuciones adjetivas como de Madrid, de hierro, etc. A veces la expresión tiene su equivalente en un adjetivo: de verano- veraniego, de escuela- escolar, etc. En otros casos no lo tiene. El problema acerca del verdadero valor de estas locuciones podemos resolverlo de tal manera: las posibilidades funcionales de los elementos de la locución las definen como categorías diferentes al adjetivo, pero el hecho de que funcionan como adjetivos las equipara a esta categoría. Se trata de adjetivación funcional, no léxica, aunque debe reconocerse que mientras el valor adjetivo de algunas de dichas locuciones depende del contexto, el valor de otras es general, es decir, lo tienen en todos los casos en que son empleados.

El adverbio también puede adjetivarse o "nominalizarse" en casos como: La vida es asi. Decimos "'nominalizarse" porque la función de predicado nominal es propia del nombre, sustantivo o adjetivo.

51/52. estructuras morfosintácticas: el nombre sustantivo y sus clases.

Los sustantivos pueden ser concretos y abstractos ( árbol, piedra; amor, amistad), comunes y propios ( hombre, mujer; Juan, María). Los nombres propios son denotativos que son los más ricos en cualidades y no tienen verdadera significación. Los nombres comunes son connotativos. Por ejemplo, la palabra arboleda contiene una serie de notas que constituye el concepto correspondiente; un nombre de pila Joaquín o Rosa, o de ciudad Matanzas, no implican dichas notas.

Podemos decir que los nombres propios no ofrecen rasgos fónicos especiales, si exceptuamos una mayor independencia y la falta de derivativos. Es especial su comportamiento respecto al articulo. Es excepcional el uso del articulo con los nombres propios porque éstos están bastante individualizados. Tampoco admiten adjetivos determinativos porque son las palabras que menos necesitan determinarse. Es diferente si usamos los nombres propios al modo de los comunes y decimos, por ejemplo, la España antigua o la España moderna.

Pero los nombres propios, referidos a objetos o seres conocidos, son los más ricos en notas características. Ellos son más individualizados y, dentro de la categoría de los sustantivos, ocupan un lugar opuesto a los nombres comunes. Los nombres propios sirven para designar objetos de una misma clase, con objeto de diferenciarlos de los demás.

Próximos a ellos están los nombres de objetos únicos en su género: el sol, la tierra, etc. Éstos muestran una incapacidad análoga a la de los nombres propios en sentido estricto, en cuanto a los determinantes. El uso del articulo que encontramos en ellos es debido a la función individualizadora de dicho morfema, no a una necesidad de determinación.

Análogos a los nombres de objetos únicos son los abstractos: hermosura, valentía, o los que aluden a objetos de una misma clase considerados como una unidad: el hierro, el oro,etc.

No existe un criterio uniforme para distinguir los nombres concretos de los abstractos. Se consideran concretos los nombres de objetos independientes, y abstractos, los que no ofrecen esta particularidad: sofá o alfombra son concretos y blancura o valentía, abstractos, según este criterio. Entonces, los nombres de cualidades serian nombres abstractos Pero si pensamos en una blancura o movimiento determinados, éstos toman un carácter diferente y más concreto.

Los criterios expuestos más arriba son todos de base semántica. Una distinción entre nombres concretos y abstractos depende, pues, del punto de vista que quiera seguirse. Formalmente, en el español encontramos sufijos determinados que caracterizan los nombres abstractos: - era, -ura, - ez, etc. Pero los sufijos no son bastante expresivos ni suficientes, pues son muy numerosos y el paso de nombres abstractos a concretos es un fenómeno frecuente en la historia de la lengua

Otro carácter formal es que los nombres abstractos no admiten el plural, sin cambiar el sentido, por ejemplo: belleza (краса) - bellezas(domenntcmb, красномовство); amistad (дружба)- amistades (дружні стосунки).

En la lengua por medios externos y funcionales se reconocen otras clases de sustantivos.

Una clasificación importante, de base formal es la que distingue los nombres simples de los compuestos. Estos últimos pueden subdividirse en distintos grupos, según la índole de relación que une los componentes: copulativos, determinativos, iterativos, etc. Por ejemplo, copulativos monseñor - el que dice o declara la ley; determinativos bocamanga- se basa en la naturaleza de los elementos componentes ( limpiabotas, mediodía).

Los nombres compuestos constituyen un puente entre la morfología y la sintaxis: se trata de elementos que eran palabras distintas y, después, partes de una misma unidad léxica. El valor significativo de los componentes puede haberse perdido y sólo ser reconocido los especialistas, por ejemplo: vinagre- vino agrio.

En general, la palabra compuesta no admite elementos añadidos entre los componentes. Sin embargo, en español hay compuestos que admiten más de una expresión del morfema de plural: guardiacivtl- guardias civiles. Otros tienen sólo después del primer elemento: hijodalgo- hijosdalgo. El estudio de las palabras compuestas se halla entre la gramática y la lexicología.

Es de gran importancia la distinción entre primitivos y derivados. Existen afijos productivos y no productivos. Entre los primeros podemos señalar el prefijo -re para indicar repetición y el sufijo -tío para el diminutivo, junto con otros muchos. La derivación se realiza, con frecuencia, de una categoría a otra: misión, misionero. Se trata casi siempre de palabras distintas.

Un grupo especial está constituido por los nombres de cualidad y de acción: belleza corresponde a bello; llegada a llegar, etc. Una clase importante de sustantivos verbales son los infinitivos. Nos referiremos a ellos al tratar de las formas nominales del verbo. Naturalmente, son posibles muchas otras clasificaciones de los sustantivos.

Sustantivación.

La sustantivación de un modo permanente u ocasional consiste en convertir en sustantivos, palabras o semantemas u oraciones. Existen dos clases fundamentales de sustantivación: la permanente o semántica, que afecta sólo al vocabulario, y la accidental o funcional, que incluye también la sustantivación de oraciones.

La sustantivación permanente puede llamarse también léxica, pues opera en el campo del vocabulario. Afecta más a los adjetivos y a los participios. Los antiguos adjetivos pueden conservar su primitivo valor junto al nuevo sustantivo, por ejemplo: periódico: adj. перюдичний, цикмчтш; m nepioóimue видаиия, газета; estrecho: adj. вузький, micuuii; m низана, MÍ4Wia,etC. Otros adjetivos pierden su valor primitivo y se emplean sólo como sustantivos: estudiante. Lo mismo podemos decir de los participios. Procedentes de los antiguos participios son ida, venida, comunicado, armada. La relación con el antiguo participio está perdida en palabras como deuda, curso, trato y otras muchas.

La otra clase de sustantivación es la que interesa sobre todo a la gramática. Por ella una palabra u oración o frase en general tiene un valor de sustantivo en tanto desempeña una de las funciones de éste en la frase u oración Cualquier palabra admite esta clase de sustantivación. El español posee un importante elemento sustantivador: el artículo.

Una sustantivación importante es la que afecta a los nombres de colores, que R. Lenz llama absoluta abstracta. Las lenguas que tienen neutro suelen aplicarlo a los adjetivos o adverbios para convertirlos en sustantivos abstractos. En español, que no posee un género neutro para los sustantivos, presenta un elemento sustantivador que permite conseguir el mismo resultado a que nos referíamos; es decir, la formación de formas abstractas neutras adjetivas o adverbiales: el sustantivador lo; lo bueno, lo blanco, lo necesario; lo mucho, lo poco, etc. En el español existe también la sustantivación abstracta masculina: el sublime, el necesario, etc. En otros casos, la sustantivación no es abstracta, sino mas bien concreta: el infinitivo, el vacío. Con frecuencia el lo da a la expresión un carácter de colectivo, análogo al neutro plural del latín: berevia, meliora.

En español, como en otras lenguas, la sustantivación plantea algunos problemas. Por ejemplo, en su " Gramática castellana" A. Alonso y P.ll.Ureña afirman que las formas posesivas el mío, el luyo son verdaderos adjetivos. Sin embargo, se trata de verdaderas sustantivaciones, comparables a las que ofrecen adjetivos como ligero, blanco, etc.

Oportunamente hablaremos al valor sustantivo del infinitivo así como a las oraciones sustantivas.